BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 30 de noviembre de 2014

SI YO NO CAMBIO, EL MUNDO NO CAMBIARÁ

Todos sabemos que el mundo está muy mal. Y no nos faltan las soluciones. Casi todas ellas se centran en los gobiernos. Es fácil escuchar que son ‘los de arriba’ lo que tienen  el dinero y el poder para cambiar las cosas. ¡Hombre! Algo pueden aliviar, pero cambiarlo… ¡Nunca! Miren, miren la historia.
Cada vez me confirmo más en que el cambio vendrá, cuando cambiemos las personas –individualmente -, me refiero. El mundo está llenos de seres humanos, hombres y mujeres, que como personas somos iguales, en dignidad y derechos, pero, que no los somos en todo lo demás. Y no hablo de las diferencias, normalizadas, que nos vienen por las razas, las religiones o las culturas.
Me estoy refiriendo a que cada persona somos única y distinta a todas las demás. Cada cual es un ser único e irrepetible: ya sea africano, europeo, americano o asiático. Y como ser original tiene su personalidad, su carácter, su temperamento, sus valores, sus defectos, sus limitaciones, sus habilidades, sus fobias, sus complejos, sus intuiciones, su pasado, su presente, su herencia genética, su contexto en el que habita,  su propia familia, etc. etc.
Y lo que somos lo proyectamos. Nuestra familia acusa lo buenos y lo malo que tenemos. A nuestras amistades también les afecta lo que somos. Lo mismo podemos decir, del lugar en el que trabajamos, del barrio o de la ciudad en que vivimos; en fin, las personas que nos rodean, en nuestra vida cotidiana, están afectadas (¿contaminadas?) de nuestro ser, y ya digo, tanto para bien como para mal.
El asunto está en si ‘controlamos’ lo que somos y proyectamos a los demás. La persona egoísta proyectará su egoísmo. La bondadosa proyectará bondad. Cuando somos propensos al engaño y la mentira, pues, engañaremos y mentiremos. Si tenemos facilidad para la alegría y el buen humor los demás estarán encantados. Ahora que si la avaricia y el poder, desmedidos, nos dominan, sin duda, los demás los padecerán,
Me pregunto ¿quién no ha pagado sin IVA una factura para ahorrarse unos euros? ¿Quién no ha firmado un documento sabiendo sus consecuencias? ¿Quién no ha ocultado algo para favorecer sus intereses? ¿Quién no se plantea ‘ir a su bola’ sin tener en cuenta los problemas de los demás? ¿Quién no se hace indiferente? ¿Quién…?
Basta que ‘bajemos’ a las profundidades de nuestro ser, para constatar nuestras incoherencias, para felicitarnos por las buenas cosas que somos y tenemos, para descubrir las deficiencias que deberíamos corregir, para enumerar los rasgos de nuestro ser –que bien activados- nos harían felices, pero, ¡Ay! la pereza, y la desidia, la comodidad y la desgana,…
Hoy empezamos los cristianos el tiempo de adviento. En los textos litúrgicos se nos va a invitar a prepararnos, a convertirnos, a cambiar aquellas cosas que ‘chirrían’ en nuestra realidad personal, ¿aprovecharemos la oportunidad que se nos brinda? Aunque para estos asuntos no hace falta que lleguen tiempos especiales.
Creo que cada ser humano, por su condición de tal, está llamado a crecer, a madurar, a realizarse plenamente como persona. Eso sí, tiene que dedicar tiempo para dicha tarea. La felicidad nos va en ello. Y nuestra felicidad, sin la menor duda, afectará positivamente a los demás.

2 comentarios:

  1. Como casi siempre pienso como tu. Que difícil es eso de pensar en que es lo que podemos cambiar/mejorar en nuestro día a día y que fácil echarle la culpa de lo mal que va todo a los demás. Que difícil dejar de mirarnos el ombligo y que fácil no prestar ni un poco de atención a nuestros vecinos. Debemos empezar a cambiarnos a nosotros mismos para que poco a poco las cosas puedan cambiar. Pero es más fácil compadecernos de como están las cosas que cambiar ni un ápice nuestras conductas.

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