Sigue habiendo personas que se empeñan en 'divinizar', a la Virgen María,
para hacerla inalcanzable. Sin embargo, hay que afirmar -con rotundidad- que
María fue una mujer. Fue una mujer como todas las mujeres de todos los tiempos.
Y si la recordamos, dos mil años después, se debe a la decisión que tomó -como
mujer- de seguir los planes de Dios en su vida. Por cierto, muchas mujeres y
muchos hombres, también, han dicho SI a los planes de Dios a lo largo de la
historia de la humanidad.
Para bastante gente, lo más importante de María de Nazaret, se resume en 'si fue virgen antes del parto, durante el parto y después del parto’. Tal vez les resulta más cómodo, pues eso no compromete, y de esta forma se olvidan de lo principal: una mujer que comprometió toda su vida a cumplir la voluntad de Dios.
Claro que María, como madre de Jesús de Nazaret, tiene un papel muy importante en los planes de Dios para salvar a toda la humanidad del egoísmo, de la corrupción, de las injusticias, de las guerras, de la deshumanización, en definitiva, del pecado que decimos en el lenguaje religioso. Pero sin perder la perspectiva: el único salvador, el único mediador, entre Dios y los seres humanos, fue Jesús el Cristo, el Hijo de Dios.
Me gusta de María, la madre de Jesús, su sencillez, la actitud de no destacar, su esfuerzo por quedar en un segundo plano -consciente de que su Hijo era el protagonista de la 'película'. A muchos cristianos les falta tiempo para ocupar los primeros puestos, que les vean bien para que no pasen desapercibidos. La ‘madre’ parece ser que tuvo en cuenta las enseñanzas de su ‘hijo’ en este sentido.
Me encanta de María, la nazarena, su compromiso por ayudar y servir a su pariente Isabel cuando dio a luz a su hijo Juan el Bautista. No dudó de trasladarse a su pueblo (no había coches) y estar al tanto de todas sus necesidades. Su prima ya era mayor. También su Hijo, decía que había venido a servir y no a ser servido.
Me conmueve, como no podía ser menos, que ‘la madre’ estuviera hasta el final, siguiendo a su querido Hijo hasta su muerte. Qué entereza de mujer. Cuando todo el mundo le abandona, ella está con Él, al pie de la cruz. ¿Se puede pedir más de una mujer, de una madre? Ni el sufrimiento, ni el máximo dolor de una madre le apartan de su compromiso. Es el mejor ejemplo de su fidelidad al – SI - que diera en su momento a Dios.
Sí, a María de Nazaret, la veo como mujer, como esposa, como madre, como vecina, como amiga,… me resulta más accesible y cercana para tenerla como ejemplo. Si la veo muy espiritual, muy por ‘los cielos’, me quedará tan lejos, que puedo llegar a pensar que lo que ella hizo es para personas muy excepcionales y que yo me tendré que conformar ‘con las migajas’. No creo que esto esté en los Planes de Dios.
Termino, con unas hermosas palabras que el evangelio de san Lucas pone en labios de María:
Para bastante gente, lo más importante de María de Nazaret, se resume en 'si fue virgen antes del parto, durante el parto y después del parto’. Tal vez les resulta más cómodo, pues eso no compromete, y de esta forma se olvidan de lo principal: una mujer que comprometió toda su vida a cumplir la voluntad de Dios.
Claro que María, como madre de Jesús de Nazaret, tiene un papel muy importante en los planes de Dios para salvar a toda la humanidad del egoísmo, de la corrupción, de las injusticias, de las guerras, de la deshumanización, en definitiva, del pecado que decimos en el lenguaje religioso. Pero sin perder la perspectiva: el único salvador, el único mediador, entre Dios y los seres humanos, fue Jesús el Cristo, el Hijo de Dios.
Me gusta de María, la madre de Jesús, su sencillez, la actitud de no destacar, su esfuerzo por quedar en un segundo plano -consciente de que su Hijo era el protagonista de la 'película'. A muchos cristianos les falta tiempo para ocupar los primeros puestos, que les vean bien para que no pasen desapercibidos. La ‘madre’ parece ser que tuvo en cuenta las enseñanzas de su ‘hijo’ en este sentido.
Me encanta de María, la nazarena, su compromiso por ayudar y servir a su pariente Isabel cuando dio a luz a su hijo Juan el Bautista. No dudó de trasladarse a su pueblo (no había coches) y estar al tanto de todas sus necesidades. Su prima ya era mayor. También su Hijo, decía que había venido a servir y no a ser servido.
Me conmueve, como no podía ser menos, que ‘la madre’ estuviera hasta el final, siguiendo a su querido Hijo hasta su muerte. Qué entereza de mujer. Cuando todo el mundo le abandona, ella está con Él, al pie de la cruz. ¿Se puede pedir más de una mujer, de una madre? Ni el sufrimiento, ni el máximo dolor de una madre le apartan de su compromiso. Es el mejor ejemplo de su fidelidad al – SI - que diera en su momento a Dios.
Sí, a María de Nazaret, la veo como mujer, como esposa, como madre, como vecina, como amiga,… me resulta más accesible y cercana para tenerla como ejemplo. Si la veo muy espiritual, muy por ‘los cielos’, me quedará tan lejos, que puedo llegar a pensar que lo que ella hizo es para personas muy excepcionales y que yo me tendré que conformar ‘con las migajas’. No creo que esto esté en los Planes de Dios.
Termino, con unas hermosas palabras que el evangelio de san Lucas pone en labios de María:
Proclama mi alma la
grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado
la humillación de su elegida. Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es
santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace
proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes
ya los ricos los despide vacíos”.
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