Creo en la familia, sin
apellidos. Los apellidos se los dejo a los demás. Los apellidos ponen
límites: familia tradicional, familia liberal, familia conservadora, familia
democrática, familia… y mientras ‘jugamos’ a ver ‘quién es más y mejor’, para
dejar en evidencia a ‘los que son menos y peor’, la sociedad no va mejorando.
Es la eterna manía de restar y dividir, en vez, de sumar y multiplicar.
Para mí una familia unida,
no es una familia perfecta. Pienso que no hay familias perfectas. Sí hay
familias que se esfuerzan todos los días para seguir avanzando. En cada
familia, aunque no estén escritos, hay unos propósitos, deseos, metas, sueños
que un día aparecieron cuando la pareja estaba dando sus primeros pasos. Luego,
se acrecentaron al venir los hijos, y el espacio familiar se fue haciendo más amplio,
más complejo, incluso, más complicado.
En toda familia va
surgiendo un entramado de relaciones que tienen por finalidad vivir a
gusto, sentirse apoyados por los demás, gozar de la seguridad que me dan los
otros miembros, compartir las tareas para hacerles más agradable su vida, en
fin, todo el mundo está por la labor para que la familia marche bien.
Claro que hay
problemas y días ‘malos’. Naturalmente que hay días conflictivos en los que
el contexto familiar, como un barco en alta mar, se tambalea y parece que va a
la deriva. Pero es que tales días, también contribuyen a la unidad, justo, ante
las dificultades, la familia se une y fortalece más. Todos tenemos la
experiencia de la enfermedad y la respuesta que da la familia.
Se imaginan una
familia, que sabe gestionar los días buenos y los días malos. Una familia
en la que los hijos discuten con los padres, pero han aprendido -de ellos-, que
las discusiones son palabras, para aclarar cosas, para dar explicaciones, para
pedir perdón. Que el rencor no tiene sentido y no lleva a ninguna parte.
No se imaginen,
piensen en su familia; claro que no es perfecta ¿quién ha dicho que debe ser
perfecta? Sin embargo, tratan de llevarse bien con la pareja, desean lo mejor
para sus hijos aunque a veces se equivoquen, tratan con cordialidad a los
vecinos, procuran cumplir con sus obligaciones sociales. Hasta se esfuerzan por
no crear conflictos, más bien, procuran evitarlos. ¿Qué más quieren?
La sociedad, en
general, es la suma de muchas familias. Algunos dicen que la familia es la
base de la sociedad. Si me permiten una comparación, digamos que la sociedad ‘es
un ser vivo’ cuyas ‘células’ son cada una de las familias. Pues, una familia
unida, ‘sana’, es una célula que facilita la ‘salud’ a la sociedad. Mientras
que una familia desunida, ‘enferma’, es una célula que contribuye a la ‘enfermedad’
de la sociedad.
Estoy convencido de que
una familia unida, genera sabia ‘buena’ para fortalecer a la sociedad. Una
familia que sabe convivir, está transmitiendo, sin proponérselo, la buena
convivencia. Se da lo que se tiene y las familias unidas son necesarias para la
buena organización y convivencia de la sociedad. En general las familias de estas
características, aportan personas sanas como: los padres en sus lugares de
trabajo o en su vecindario, los hijos en las escuelas o lugares de ocio, la
propia familia cuando va de un lugar a otro. De esta manera van tejiendo una
sociedad que se acerca al ideal de la verdadera familia humana.
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