Mis recuerdos llegan a la infancia y de las imágenes, que se agolpan en la memoria, están las Misiones Populares de los años 60. Nos tocaba, a los monaguillos, anunciar por las calles del pueblo que habían llegado los 'misioneros'. Luego, en los 70, aparecieron las huchas con caras de 'negritos', 'chinitos',... y el paisaje de las calles se coloreaba de multitud de niños de los colegios, con sus huchas en las manos, solicitando la generosidad de los viandantes.
Según van pasando los años, uno se entera del sentido y significado de todas aquellas movidas infantiles y juveniles. Este año, la campaña del DOMUND (DOmingo MUNDial), da en la diana. La palabra clave sigue siendo Misión. Pero es que, además, de forma explícita añaden dos palabras que deben de ser inseparables: Fe y Caridad.
En los últimos tiempos, se habla en la Iglesia, de la Nueva Evangelización. El Papa Francisco, casi sin decirlo, le está dando un notable impulso. Los cristianos estamos convencidos de que el mensaje de la Buena Noticia, el Anuncio del Reino de Dios, sigue siendo una buena alternativa al mundo de hoy y de siempre. Por eso miles de hombres y mujeres se van de su pueblo, de su ambiente familiar, de su país y se lanzan a la hermosa y comprometida aventura, de ser 'voceros' y pregoneros del Reino.
Estos misioneros del siglo XXI, ya no van con espadas o fusiles acompañando a los conquistadores y colonizadores. Hoy llevan palas y carretillas, libros y medicinas, ropa y comida. Decían en una reunión de obispos, en la década de los 70, (algunos mitrados tendrían que leer las actas de aquellas reuniones) que no es posible la evangelización, si antes la Iglesia no apuesta por la justicia en el mundo. Vamos, que de nada sirven los rezos, sacramentos, procesiones,... si antes no se da un compromiso por los empobrecidos, los sin techo, los marginados, (sigan, sigan...) para que vivan y tengan unas condiciones más humanas y progresen, participando de pleno derecho, en la sociedad llamada del bienestar.
Por eso está bien lo de unir Fe y Caridad. Una fe sin obras, diría el apóstol Santiago, es mera palabrería, (bla, bla, bla) sin contenido. Pablo VI, lo decía de otra forma: lo primero es el testimonio de vida, luego, si te preguntan, vienen las explicaciones. Hoy los misioneros tienen que ser mujeres y hombres afianzados en la FE y, a la vez, comprometidos con la CARIDAD. Caridad, que apuesta por el desarrollo y el progreso de los pueblos empobrecidos.
No se trata de dar limonas, o enseñarles que en la otra vida les irán mejor las cosas. Para eso que no sean misioneros y se queden en sus casas, con sus familiares. Se trata de curar las enfermedades, enseñar a los analfabetos, promocionar a los pueblos, denunciar las injusticias, defender sus derechos pisoteados, construir dispensarios y pozos, dar de comer,... y anunciar la Buena Noticia
Pero no se crean, que estas cosas hay que hacerlas - solo - en los países llamados de misión. No hay que irse al continente africano, por ejemplo; también en Europa (a lo mejor más que en África) es necesario aplicar con todas sus consecuencias esta campaña del DOMUND. Quiero recordar, que Juan Pablo II, cuando vino por primera vez a principios de los 80, nos dijo que España, también era un país de Misión.
Yo creo, que esto de ser misionero, es de todas las personas que nos decimos cristianas. Y que estemos en donde estemos, tenemos que tener en cuenta el mandato de Jesús: "Id y enseñad".
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