BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 8 de septiembre de 2013

SOMOS IGUALES PARA LO BUENO Y SOMOS IGUALES PARA LO MALO

Nacemos de la misma manera y la muerte nos acecha a todos por igual. Tenemos la misma naturaleza. Nos diferencian los trajes y las corbatas, sin embargo -por dentro- somos exactamente iguales. Es verdad que unos empiezan la carrera en los primeros puestos y otros en los últimos, pero al fin de cuentas, todos somos corredores.
Si algo voy constatando de mis andanzas veraniegas, perdonen que recurra a ellas, es que los hombres y mujeres -de aquí o de allá - tienen más semejanzas que diferencias. No sé cómo nos hemos apañado, pero nos hemos empeñado en clasificar a las personas, dando más categoría a unas que a otras ya sea por su color de la piel, ya sea por sus creencias religiosas, ya por sus ideales e ideologías políticas y, lo más lamentable, por ser hombre o ser mujer.
Estoy viviendo con jóvenes inmigrantes africanos, si los comparo con los españoles, que trato en otros ámbitos, qué quieren que les diga, salvo algunas costumbres y tradiciones, también sus creencias, en todo lo demás son exactamente iguales. Esto mismo lo he visto este año en Perú o el verano pasado en Brasil. Y si nos detenemos en los niños y las personas adultas, podemos hacer la misma afirmación.
Si nos fijamos en algunos detalles como las conversaciones que tienen, las preguntas y respuestas que hacen, las inquietudes que manifiestan, las modas estandarizadas, las músicas que escuchan y bailan, las tecnologías que usan, la verdad, no existen grandes diferencias. Puede ser que el mundo globalizado influya en ello, pero es la condición de persona y su naturaleza, a mi modo de ver, lo que más presente está en todo este asunto.
Si hablamos de algunos rasgos fundamentales de las personas como la inteligencia, la voluntad o la  afectividad, ya sean blancos o negros, creyentes o ateos, ricos o pobres no se dan grandes diferencias tanto si hablamos de más o menos inteligentes, como si tienen más o menos voluntad ante las cosas de la vida, o bien en cuanto a la vivencia de su afectividad.
Y si entramos en la bondad o maldad de la gente, no tengan la menor duda de que podemos decir, lo que acabamos de escribir en el párrafo anterior. El asunto no tiene que ver ni con el color de la piel, ni con sus creencias, ni con... todo esto tiene que ver, más bien, con la manera de plantear su vida cada persona, ya esté en el Polo Norte o en los Trópicos.
Miren, lo de las guerras está en todos los sitios del planeta; lo de la pobreza, ni les cuento, que hay gente egoísta, sin vergüenza, opresora, aprovechada, mal educada,… pues, qué les voy a decir, en todos los lados cuecen habas. Pero con las mismas hay que decir que hay (creo que más) gente pacífica, solidaria, bondadosa, que ama a los demás,... y, no lo duden, están extendidas en todo el planeta y no tienen que ver ni con su color de la piel, ni con sus creencias, ni con sus ideologías.
Nos han tenido muy engañados. Nos han creado prejuicios, nos han hecho intolerantes, racistas, discriminadores. Todo esto lo hemos interiorizado como normal. Somos hijos de nuestras culturas, de nuestras religiones, de nuestros terruños,… tanto para lo bueno como para lo malo.
Pero no nos han ocultado y, de igual forma nos han transmitido: la verdad, el cariño, la libertad, la paz, el perdón, el amor, la justicia, el diálogo, la ternura… sin la menor duda, también se habla de todo esto en cualquier lugar del planeta.
En fin, no sé quién se ha empeñado en que nos fijemos más en las diferencias que en las semejanzas, pero, igual si cambiamos las tornas, el mundo sería mejor.

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