Esto de las pateras no es de nuestros días. Según los estudiosos, el
ser humano se originó en África, lo que quiere decir que en alguna época -muy
lejana, vamos, miles de años-, algunos hombres y mujeres, tuvieron que dar el
salto, a lo que hoy llamamos Europa, o sea que ellos serían nuestros
progenitores. Por consiguiente, ¡También, somos africanos! Hemos venido
antes que ellos, pero, como ellos, nuestros ancestros vinieron de África.
Me imagino que los que saltaron el estrecho, tuvieron sus motivos. Les movería alguna circunstancia que desconocemos, pero, está claro que en un momento dado decidieron dejar África y pasar a nuevas tierras, con nuevas oportunidades. Creo que no hablaban de continentes, eso, vino después.
Los de ayer y los doy, antes de llegar a Europa, han pasado muchas calamidades. Aunque se puede considerar una aventura, el riesgo es muy grande. La misma vida les va en el viaje.
Actualmente, son los ricos quienes hacen cruceros, de lujo, en grandes barcos. Saben que después de un viaje placentero regresarán a su tierra y seguirán con la buena vida. No ocurre lo mismo con los que vienen en las pateras, que se encargan las mafias de tenerlas en mal estado, hasta el punto de que muchas de ellas dejan de funcionar o tienen graves problemas, según navegan por alta mar.
¡Cuántos niños, jóvenes, hombres y mujeres se habrá tragado el mar! Es el tributo que hay que pagar por arriesgarse a buscar una vida y un mundo mejor. Nos enternecen las imágenes, de los que acoge la Cruz Roja, cuando llegan a nuestras costas. En realidad son los que han tenido la suerte de alcanzar nuestras playas, para ellos la tierra prometida.
Salieron de su pueblo, dejaron la familia y después de muchos sudores y lágrimas, de engaños y sufrimientos, llegan a nuestros pueblos, viven con nosotros y lo mínimo que esperan o nos piden es que les acojamos. Dijéramos que son como 'nuestros primos lejanos', no podemos dejarlos abandonados a su suerte; merecen, como familiares nuestros que son que les demos lo necesario para vivir con dignidad.
No podemos verlos como si fueran ‘menos’ que nosotros. No somos una raza superior, esas son cosas del nazismo, de los intolerantes, de los que discriminan a los demás porque son diferentes. ¡Pero hombre!, si son de nuestra misma familia, no seamos racistas..
Aún más, traen con ellos sus culturas, sus tradiciones y costumbres, sus creencias, sus Dioses, que se juntan con nuestras culturas, tradiciones y costumbres y con nuestras creencias, sin la menor duda, una riqueza para todos. Ahora bien la riqueza y beneficio para todos se dará si sabemos compartir, dialogar, respetar y, en su caso denunciar, pues ni ellos, ni nosotros somos perfectos.
Mi deseo es que los cruceros de los pobres no se conviertan en un viaje al absurdo. ¡Abrámosles las puertas¡
Me imagino que los que saltaron el estrecho, tuvieron sus motivos. Les movería alguna circunstancia que desconocemos, pero, está claro que en un momento dado decidieron dejar África y pasar a nuevas tierras, con nuevas oportunidades. Creo que no hablaban de continentes, eso, vino después.
Los de ayer y los doy, antes de llegar a Europa, han pasado muchas calamidades. Aunque se puede considerar una aventura, el riesgo es muy grande. La misma vida les va en el viaje.
Actualmente, son los ricos quienes hacen cruceros, de lujo, en grandes barcos. Saben que después de un viaje placentero regresarán a su tierra y seguirán con la buena vida. No ocurre lo mismo con los que vienen en las pateras, que se encargan las mafias de tenerlas en mal estado, hasta el punto de que muchas de ellas dejan de funcionar o tienen graves problemas, según navegan por alta mar.
¡Cuántos niños, jóvenes, hombres y mujeres se habrá tragado el mar! Es el tributo que hay que pagar por arriesgarse a buscar una vida y un mundo mejor. Nos enternecen las imágenes, de los que acoge la Cruz Roja, cuando llegan a nuestras costas. En realidad son los que han tenido la suerte de alcanzar nuestras playas, para ellos la tierra prometida.
Salieron de su pueblo, dejaron la familia y después de muchos sudores y lágrimas, de engaños y sufrimientos, llegan a nuestros pueblos, viven con nosotros y lo mínimo que esperan o nos piden es que les acojamos. Dijéramos que son como 'nuestros primos lejanos', no podemos dejarlos abandonados a su suerte; merecen, como familiares nuestros que son que les demos lo necesario para vivir con dignidad.
No podemos verlos como si fueran ‘menos’ que nosotros. No somos una raza superior, esas son cosas del nazismo, de los intolerantes, de los que discriminan a los demás porque son diferentes. ¡Pero hombre!, si son de nuestra misma familia, no seamos racistas..
Aún más, traen con ellos sus culturas, sus tradiciones y costumbres, sus creencias, sus Dioses, que se juntan con nuestras culturas, tradiciones y costumbres y con nuestras creencias, sin la menor duda, una riqueza para todos. Ahora bien la riqueza y beneficio para todos se dará si sabemos compartir, dialogar, respetar y, en su caso denunciar, pues ni ellos, ni nosotros somos perfectos.
Mi deseo es que los cruceros de los pobres no se conviertan en un viaje al absurdo. ¡Abrámosles las puertas¡
Muy buen informe y muy interesante. Para los amantes de las embarcaciones y todo lo referente a la náutica los invito a visitar la página Deproa net. Allí encontrarán todo lo que necesitan para la compra, venta, alquiler y accesorios náuticos. Se los recomiendo
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