Detrás de las estadísticas de los millones de parados tanto en
España, como en el resto del mundo, hay hombres y mujeres con nombres y
apellidos. Hay jóvenes en edad de trabajar, con estudios y buena formación, que
aún no se les ha dado la oportunidad de aplicarlos. Pero sobretodo, existen
familias, muchas familias, que están sufriendo las consecuencias del paro. El
desempleo es como una de las antiguas plagas de Egipto. En la práctica, toda la
sociedad civil es la que más padece y sufre esta situación. Lo que si está
claro es que los banqueros y los políticos, son los menos afectados del paro,
si bien, son los que lo han provocado.
Hablar del paro se ha hecho cotidiano en nuestras conversaciones y se aborda como si fuera una maldición. Sin duda lo es. Con el paro se frustran muchos proyectos personales, de pareja, de pequeñas y medianas empresas. Se rompen ilusiones, se quiebra el futuro a corto y medio plazo. Se resienten las familias, los pueblos. Un desastre.
Algunos se justifican con lo de la economía sumergida, pero en la mayoría de los casos, habría que calificarla de economía sumergida inhumana. La experiencia nos demuestra que las cosas que se ocultan no son buenas, aunque en un primer momento salgamos beneficiados. Este tipo de solución termina empeorando todo, ni siquiera estimula la creatividad y el emprendimiento. Digamos que es aquello de 'pan para hoy y hambre para mañana'.
El Diccionario de la Real Academia, en su tercera acepción, nos dice que el drama es un "suceso de la vida real, capaz de interesar y conmover vivamente". Exactamente es lo que viene ocurriendo con el paro. Sin duda, el paro, es un hecho real que nos está interesando y conmoviendo vivamente. ¿Qué familia no está afectada por el paro? ¿Quién no tiene amigos que se han quedado en paro? El paro es un drama, en un primer momento de poca intensidad, pero con el tiempo la situación se va empeorando y complicando.
El mismo diccionario, nos define el término tragedia como un "Suceso de la vida real capaz de suscitar emociones trágicas". No hablo de los géneros del drama y la tragedia en el ámbito teatral. Estamos en la vida real. Estamos hablando de las consecuencias dramáticas y trágicas -del paro- en los seres humanos que lo padecen.
La situación de desempleo, estar desocupado, te deja mucho tiempo libre. Puedes 'hacer' muchas cosas. Puedes quedarte encerrado en tu casa. Los primeros días, tal vez por la novedad, se pasan rápido. El problema aparece cuando pasan las semanas y los meses y todo sigue igual. Ni siquiera se ve el final del túnel. Hasta el problema se complica si alguien más de la familia también tiene que ir a las oficinas del INEM.
Con el paro los ingresos familiares disminuyen. Se tiene que vivir con menos. Hay que decirles a los hijos que ya no se pueden permitir tales o cuales caprichos. Se tiene que pedir prestado, lo cual no es fácil. Y en bastantes casos se ponen las cosas tan mal, que hay que acudir a los comedores sociales, a las caritas parroquiales... En muchas familias, todo esto, no estaba en el guión hace unos años. Hay que ponerse en la piel de las personas que lo padecen. Se pasa mucha vergüenza, aparece el sentimiento de la humillación y, aunque la dignidad no se pierde ¡menos mal! no es cómodo ni grato pasar por ese estrecho camino.
No obstante, hay que tener esperanza. Dicen que no hay mal que cien años dure y aunque se pasa mal, muy mal, el túnel tiene salida. Igual los que, de momento , no estamos en paro, podemos seguir haciéndonos más solidarios.
Hablar del paro se ha hecho cotidiano en nuestras conversaciones y se aborda como si fuera una maldición. Sin duda lo es. Con el paro se frustran muchos proyectos personales, de pareja, de pequeñas y medianas empresas. Se rompen ilusiones, se quiebra el futuro a corto y medio plazo. Se resienten las familias, los pueblos. Un desastre.
Algunos se justifican con lo de la economía sumergida, pero en la mayoría de los casos, habría que calificarla de economía sumergida inhumana. La experiencia nos demuestra que las cosas que se ocultan no son buenas, aunque en un primer momento salgamos beneficiados. Este tipo de solución termina empeorando todo, ni siquiera estimula la creatividad y el emprendimiento. Digamos que es aquello de 'pan para hoy y hambre para mañana'.
El Diccionario de la Real Academia, en su tercera acepción, nos dice que el drama es un "suceso de la vida real, capaz de interesar y conmover vivamente". Exactamente es lo que viene ocurriendo con el paro. Sin duda, el paro, es un hecho real que nos está interesando y conmoviendo vivamente. ¿Qué familia no está afectada por el paro? ¿Quién no tiene amigos que se han quedado en paro? El paro es un drama, en un primer momento de poca intensidad, pero con el tiempo la situación se va empeorando y complicando.
El mismo diccionario, nos define el término tragedia como un "Suceso de la vida real capaz de suscitar emociones trágicas". No hablo de los géneros del drama y la tragedia en el ámbito teatral. Estamos en la vida real. Estamos hablando de las consecuencias dramáticas y trágicas -del paro- en los seres humanos que lo padecen.
La situación de desempleo, estar desocupado, te deja mucho tiempo libre. Puedes 'hacer' muchas cosas. Puedes quedarte encerrado en tu casa. Los primeros días, tal vez por la novedad, se pasan rápido. El problema aparece cuando pasan las semanas y los meses y todo sigue igual. Ni siquiera se ve el final del túnel. Hasta el problema se complica si alguien más de la familia también tiene que ir a las oficinas del INEM.
Con el paro los ingresos familiares disminuyen. Se tiene que vivir con menos. Hay que decirles a los hijos que ya no se pueden permitir tales o cuales caprichos. Se tiene que pedir prestado, lo cual no es fácil. Y en bastantes casos se ponen las cosas tan mal, que hay que acudir a los comedores sociales, a las caritas parroquiales... En muchas familias, todo esto, no estaba en el guión hace unos años. Hay que ponerse en la piel de las personas que lo padecen. Se pasa mucha vergüenza, aparece el sentimiento de la humillación y, aunque la dignidad no se pierde ¡menos mal! no es cómodo ni grato pasar por ese estrecho camino.
No obstante, hay que tener esperanza. Dicen que no hay mal que cien años dure y aunque se pasa mal, muy mal, el túnel tiene salida. Igual los que, de momento , no estamos en paro, podemos seguir haciéndonos más solidarios.
No nos pueden quitar la esperanza, ni la ilusión, ni las ganas...pero nos están quitando el pan nuestro de cada día. Y yo me pregunto:¿que estamos haciendo?, ¿a que estamos esperando? ¿de verdad creemos que esto se arregla solo dejando pasar el tiempo?
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