Celebrar el día del trabajo, con más de seis millones en paro, resulta
bastante embarazoso. Adelanto que no estoy muy metido en los asuntos del
sindicalismo, pero entiendo, que los sindicatos tienen suficiente entidad e
importancia, en nuestra sociedad, como para que le dediquemos un ratito. Dice
el diccionario de la Real Academia que el sindicato es una
"Asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de
intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros".
Se puede decir que en los llamados gremios, que se remontan a la Edad Media,
está una de las raíces de los sindicatos actuales. Si bien, aparecen de forma
sistemática a partir de la industrialización que surge en la Inglaterra del
siglo XVIII.
Hay que agradecer a los sindicatos todo lo que han conseguido desde sus orígenes. Gracias a los sindicatos, en su oposición al capitalismo, no lo olvidemos, se consiguió eliminar: las prolongadas jornadas de trabajo (hasta 16 horas), el empleo infantil (hasta con 6 añitos), la abusiva remuneración al trabajo de la mujer, las deficientes e insalubres fábricas, el hacinamiento en las mismas, los despidos sin indemnización,... Es verdad que en los países ricos todo esto se ha conseguido, y que en los países pobres está por conseguir, pero fueron los sindicatos los que avanzaron en los derechos de los trabajadores y gracias a ellos se avanzó y progresó en el bienestar general de la sociedad. La historia no hay que olvidarla.
Otra cosa distinta es preguntarse si en la actualidad, los sindicatos, están dando respuestas a los problemas que siguen teniendo los trabajadores y trabajadoras de hoy, tanto en los países pobres como en los ricos. No olvidemos que vivimos la globalización. Me temo que dejan mucho que desear.
Desde mi punto de vista se 'han vendido al capital', es decir, al neoliberalismo reinante de los últimos tiempos, al mismo que le ganaron, la batalla, en sus orígenes. Algo así, como que han preferido "el plato de lentejas" que les han dado, a cambio de estar 'calladitos' y que dejen la calle tranquila. Han aceptado 'el pesebre' y ha surgido un sindicalismo de élites, muy distantes de la realidad y problemática de los trabajadores 'de a pie'. Demasiadas subvenciones han acostumbrado, a los sindicalistas de turno, 'a comer de la mano de su amo' y no cumplir, así, con las obligaciones de su misión. Igual con las cuotas de los afiliados serían más independientes.
Los sindicatos han derivado en una casta de profesionales, de oficinistas -de chaqueta y corbata-, muy alejados del día a día, del mundo del trabajo. Hay mucho liberado, que ya no se acuerda de la rutina de fichar por la mañana e irse a su casa, después de las ocho horas de trabajo.
Con estos sindicatos, el neoliberalismo, el nuevo capitalismo (también China, aunque dice que es comunista, se encuentra en estos asuntos) está retrocediendo a sus prácticas del siglo XVIII y XIX. Como ejemplo tenemos lo ocurrido, esta semana, en Bangladesh, con la fábrica de textil y en la que han muerto más de 370 personas. Las empresas que están detrás de este desastre son Primark, Matalan y la española Mango. Un industrial español está implicado. El mundo globalizado está ahí y los sindicatos tienen su papel.
Personalmente, y termino, me he preguntado ¿por qué estos años cuando pasábamos de uno a dos millones, de tres a cuatro millones, de cinco a seis millones de desempleados, los sindicatos han estado tan callados? Necesitamos en la actualidad a los sindicatos, pero se tienen que reinventar, tienen que saber leer, críticamente, lo que está pasando en el mundo laboral y, de la crisis que están pasando, renacer a los nuevos tiempos con nuevas soluciones, a los problemas del mundo de hoy, digamos que, los modos de hacer del siglo XIX ya no sirven.
Hay que agradecer a los sindicatos todo lo que han conseguido desde sus orígenes. Gracias a los sindicatos, en su oposición al capitalismo, no lo olvidemos, se consiguió eliminar: las prolongadas jornadas de trabajo (hasta 16 horas), el empleo infantil (hasta con 6 añitos), la abusiva remuneración al trabajo de la mujer, las deficientes e insalubres fábricas, el hacinamiento en las mismas, los despidos sin indemnización,... Es verdad que en los países ricos todo esto se ha conseguido, y que en los países pobres está por conseguir, pero fueron los sindicatos los que avanzaron en los derechos de los trabajadores y gracias a ellos se avanzó y progresó en el bienestar general de la sociedad. La historia no hay que olvidarla.
Otra cosa distinta es preguntarse si en la actualidad, los sindicatos, están dando respuestas a los problemas que siguen teniendo los trabajadores y trabajadoras de hoy, tanto en los países pobres como en los ricos. No olvidemos que vivimos la globalización. Me temo que dejan mucho que desear.
Desde mi punto de vista se 'han vendido al capital', es decir, al neoliberalismo reinante de los últimos tiempos, al mismo que le ganaron, la batalla, en sus orígenes. Algo así, como que han preferido "el plato de lentejas" que les han dado, a cambio de estar 'calladitos' y que dejen la calle tranquila. Han aceptado 'el pesebre' y ha surgido un sindicalismo de élites, muy distantes de la realidad y problemática de los trabajadores 'de a pie'. Demasiadas subvenciones han acostumbrado, a los sindicalistas de turno, 'a comer de la mano de su amo' y no cumplir, así, con las obligaciones de su misión. Igual con las cuotas de los afiliados serían más independientes.
Los sindicatos han derivado en una casta de profesionales, de oficinistas -de chaqueta y corbata-, muy alejados del día a día, del mundo del trabajo. Hay mucho liberado, que ya no se acuerda de la rutina de fichar por la mañana e irse a su casa, después de las ocho horas de trabajo.
Con estos sindicatos, el neoliberalismo, el nuevo capitalismo (también China, aunque dice que es comunista, se encuentra en estos asuntos) está retrocediendo a sus prácticas del siglo XVIII y XIX. Como ejemplo tenemos lo ocurrido, esta semana, en Bangladesh, con la fábrica de textil y en la que han muerto más de 370 personas. Las empresas que están detrás de este desastre son Primark, Matalan y la española Mango. Un industrial español está implicado. El mundo globalizado está ahí y los sindicatos tienen su papel.
Personalmente, y termino, me he preguntado ¿por qué estos años cuando pasábamos de uno a dos millones, de tres a cuatro millones, de cinco a seis millones de desempleados, los sindicatos han estado tan callados? Necesitamos en la actualidad a los sindicatos, pero se tienen que reinventar, tienen que saber leer, críticamente, lo que está pasando en el mundo laboral y, de la crisis que están pasando, renacer a los nuevos tiempos con nuevas soluciones, a los problemas del mundo de hoy, digamos que, los modos de hacer del siglo XIX ya no sirven.
Desde mi punto de vista en la actualidad hay tres causas que han contribuido a quitar valor al movimiento obrero:
ResponderEliminar1.- el propio sist neocapitalista que ha difundido machaconamente un mensaje que ha calado profundamente en la clase trabajadora: "los sindicatos están llenos de liberados y los sindicalistas se han vendido por un plato de lentejas".
2.- los propios trabajadores que hemos perdido la conciencia de clase trabajadora creyendo el mensaje "global" lanzado intencionadamente del todos somos iguales, donde no hay pisadores ni pisoteados y que de alguna manera han anestesiado a la clase obrera quitandonos la única arma que tenemos para defendernos de las arbietrariedades del sist: la solidaridad entre los trabajadores.
3.-los propios sindicalistas que han mantenido esa actitud que tu criticas, por que "haberlos haylos" y son los que han servido para que otros compañeros que si están dando el callo entren en el mismo saco; es cierto que en todas las estructuras estan formadas por personas las hay comprometidas con la causa y otras que van a su propio interés, esto no es nuevo y tambien pasa en los sindicatos y ha sido muy bien manipulado por medios interesados.
Que los sindicatos se tienen que reinventar: si; que los trabajadores tenemos que recuperar la conciencia de clase trabajadora: si; que la sociedad debería aprender a leer entre líneas y saber a donde nos quieren llevar: si; que hay muchos sindicalistas honrados y enfadados-decepcionados con su sindicato:si.
Querido Juanba, desde la confianza y el cariño que puedo tener hacia tu persona, porque creo conocerte un poco y respeto los valores desde y por los que escribes en este blog, debo decirte que creo que te equivocas en el planteamiento que haces en este artículo. Por supuesto, no en la historia resumida que haces de la lucha sindical con la que en términos generales estoy de acuerdo, sino en el análisis actual que efectúas advirtiendo tu mismo que no conoces mucho de lo que se cuece en el mundo sindical.
ResponderEliminarPor suerte, yo si puedo hablar desde la cercanía y desde el conocimiento interno. Soy sindicalista desde hace algunos años. Contrariamente a lo que muchos creen, esta responsabilidad (que para mí es lo que es) no me representa dádivas económicas, ni subvenciones, ni quitarme de en medio del trabajo cuando me apetezca, y en muchas ocasiones me reporta más penas que alegrías, sin contar que por el simple hecho de ser representante sindical ya estoy el primero en la lista de indeseados de la empresa y algún día eso me pasará factura. Cuento con ello y asumo el riesgo.
El trabajo de un sindicalista, hoy en día, no es muy agradable. En este mes, mi empresa ha llevado a cabo un ERE. El primer día que se abrió el periodo de consultas no pude dormir esa noche pensando en las familias que podían quedarse sin pan en su casa y los nervios me comían por dentro. Finalmente, tras un mes de duras negociaciones y de echarle muchas horas (sindicales y no sindicales) conseguimos dejar en algo menos de la mitad el número de afectados. Después me tocó pedir perdón a los que no hemos podido o sabido defender y se quedan por desgracia en la calle. Tuve que tragar saliva cuando me miraban a la cara.
Con esto, quiero decir, que yo no seré peor ni mejor que otros, pero que hay muchos sindicalistas honrados y honestos como de todo hay en la viña del señor. También los hay aprovechados y sinvergüenzas, por supuesto, no voy a engañar a nadie. Pero por desgracia ante la situación actual hemos entrado en la dinámica de buscar culpables y los sindicalistas somos un objetivo fácil. Y si bien, como dices, hay que renovar los sindicatos comenzando por arriba (remarco yo) y por la jerarquía sindical, también no es menos verdad el sindicalismo de hoy no puede ni debe ser el del siglo pasado. Sencillamente los tiempos cambian. En el anterior siglo, los trabajadores morían directamente por las condiciones de trabajo y sus familias también sufrían y morían por lo que el sistema no les daba, una sanidad pública y unos sueldos justos. Las luchas de la clase obrera eran explosivas y violentas por ello y a nadie le sorprendía las revueltas sangrientas contra el inhumano sistema de trabajo que existía.
ResponderEliminarHoy en día, eso es inconcebible. Cualquier manifestación, huelga o concentración que se haga, se espera que no sea violenta. Se espera y se exige por la sociedad que haya un respeto a las normas democráticas de convivencia. No se puede exigir, por tanto, más en el terreno reivindicativo que lo que se está haciendo ya desde los sindicatos en la acción sindical. El ejemplo vivo lo tenemos en el movimiento antidesahucios con sus acciones de escrache. En cuanto se pasan un ápice los límites instituidos de reivindicación social, se criminaliza al movimiento que los promueve y se pone en duda su legalidad y por ende la causa que defienden. Los sindicatos no son ajenos a esta realidad.
Tengo que reconocer, que al principio de la crisis, con el anterior gobierno socialista se actuó en parte (depende del sindicato del que hablemos) de una manera más que blanda con la que estoy totalmente en desacuerdo, dicho sea de paso. Y por otro lado había una sensación de que esto iba a ser una cosa temporal y que no sería tan grave ni tan duradera en el tiempo. Por eso, ese adormecimiento de los sindicatos y una voluntad negociadora que como se ha visto posteriormente era una estrategia equivocada. Pero pienso, sinceramente, que el problema venía de antes. De cuando las vacas gordas no nos dejaban ver el negro porvenir. Vacas gordas que no eran tales, los sueldos se “moderaban” para mantener la “estabilidad” económica del país y las familias se endeudaban pensando que este espejismo de bienestar tal como les decían desde los poderes fácticos sería eterno en el tiempo. Ahí los sindicatos tienen su cuota de culpa, pero no es mayor que la de los estamentos públicos y empresariales que alentaron el modelo hasta que estalló llevándonos a todos por delante. La sociedad entera había sido engañada.
Sin embargo, estoy totalmente de acuerdo en que los sindicatos tienen que adaptarse a los tiempos que corren y me consta que lo están haciendo, aunque por desgracia, no al ritmo que demanda la sociedad de hoy en día. Uno de las novedades a los que esta crisis les ha obligado es a aliarse con otras entidades sociales que tienen intereses compartidos. Los recortes han hecho que los trabajadores y los no trabajadores tengan intereses comunes en sus objetivos: la sanidad, la educación, las pensiones, la dependencia, la participación democrática en las instituciones… Por supuesto, la denuncia social internacional de las situaciones de explotación en países como Bangladesh, India o China deberán ser en el futuro objeto de reivindicación del movimiento sindical. Ahí tendrá especial importancia la alianza con las organizaciones solidarias que trabajan en los países empobrecidos. Las ONGDs llevan ya mucho recorrido hecho en este sentido y habrá que aprender de ellas y compartir esfuerzos.
ResponderEliminarEn general, esta crisis está haciendo y hará cambiar a los sindicatos. En todos los aspectos: los organizativos, los económicos, en su transparencia, en su relación con la sociedad e incluso en sus objetivos sociales, traspasando las barreras de lo simplemente laboral para adquirir un compromiso de lucha por lo social. Pero no debemos dejarles este papel solo a ellos. Nosotros, los ciudadanos, tenemos el deber de impulsar los cambios para hacer de esta una sociedad más justa, más equilibrada y democrática. No podemos dejarlos solos en esta lucha de David contra Goliat donde nos jugamos el futuro de las generaciones venideras.
En resumen y para finalizar, yo cambiaría el encabezamiento del artículo por este: 1º de Mayo, Día del Trabajador: Sindicatos SÍ, Sindicalistas comprometidos, TAMBIÉN.
Un abrazo y Feliz Día del Trabajador.
Alberto Martín
En primer lugar, agradeceros, Inmaculada y Alberto, por vuestra participación, creo que habéis enriquecido y completado lo que escribía en el blog. Y, en segundo lugar, estoy de acuerdo en que todos los sindicalistas no son igual, de forma, que sinceramente mis respetos por cuantos sindicalistas cumplen con sus obligaciones y responsabilidades que, por supuesto, los hay y gracias a ellos siguen teniendo sentido los mismos sindicatos.
ResponderEliminarRatifico lo dicho por Inmaculada y Alberto. Afortunadamente los sindicatos están formados por afiliados y afiliadas, trabajadores de a pie que defienden los intereses generales de la clase trabajadora y ese es el mayor valor de cualquier sindicato en sí. Yo mismo he sido permanente sindical (liberado) y personalmente puedo decir que supuso una etapa bonita pero muy dura, mucho más dura que el puesto de trabajo que ahora mismo ocupo. Y a día de hoy, sigo colaborando con el sindicato en todo lo que puedo, de forma por supuesto desinteresada y arañando tiempo de otras cosas. Afortunadamente mi ejemplo no es aislado y son muchos los compañeros y compañeras que he conocido y que se dejan día a día la piel. Pero sí que comparto contigo Juan que hay muchas cosas que cambiar. Y que sería bueno hacerlo desde el interior de los propios sindicatos, apostando por el diálogo y por el alejamiento de ciertas prácticas que en nada nos benefician, volviendo a estar con la gente e intentando recuperar esa confianza social perdida. Por lo que apuesto por el titular que apuntaba Alberto: 1 de Mayo, Sindicatos sí y sindicalistas comprometidos también.
ResponderEliminarDiego.