Estamos cerrando las puertas del año que se termina. Me imagino que el balance del año, casi lo tenemos terminado. Desde luego muchos comercios y tiendas tienen sus inventarios hechos de pérdidas y ganancias, aunque no sé si estarán muy satisfechos con esto de la crisis. En cualquier caso, en estos días, es muy apropiado hacer el balance del año transcurrido. A los políticos ya les hemos escuchado sus conclusiones, los medios de comunicación nos están recordando los hitos más importantes de los últimos 12 meses. Las diferentes instituciones y asociaciones hacen sus memorias de actividades en estas fechas. Me pregunto si con tantos balances, no nos olvidamos del más importante: El balance de nuestra propia vida, la da cada cual, a lo largo de estos 365 días vividos.
Sigo reivindicando a la persona, al individuo. Pienso en su crecimiento personal. Ya sé que estamos tan atareados y ocupados, que muchas veces perdemos la perspectiva de nuestra historia. Se me ocurre que al finalizar el año, volvamos la mirada hacia nosotros mismos y examinemos cómo nos ha ido. Una vez más traigo a colación los cinco ámbitos, en los que normalmente nos desarrollamos, y que definen nuestra realidad personal. Me vienen estas cuestiones a la mente, para reflexionar con tranquilidad.
En primer lugar, una pregunta muy directa: ¿Me he dedicado suficiente tiempo, a lo largo del año, para ver lo más hondo de mí mismo y el cuidado que le he dado? Aún más, si me planteé algunos objetivos al inicio del año ¿He realizado el seguimiento apropiado y conveniente?
En segundo lugar, me detengo en mi círculo vital, y una buena cuestión sería responder a lo siguiente: ¿He cuidado mis relaciones interpersonales: con mi pareja, con mis familiares, con mis amistades... para que contribuyan al crecimiento mutuo y sean satisfactorias?
En tercer lugar, mi relación con la sociedad, de la que formo parte y no me puedo escaquear: ¿En realidad soy un buen constructor de la sociedad humana, para que se asienten en ella, la justicia, la paz, la solidaridad, y demás valores que la plenifican?
En cuarto lugar, como ser vivo de este planeta, ¿Cuido el medio ambiente, no escatimo medios para hacer la vida más sana -la propia y la de los demás- y me responsabilizo por hacer 'la casa común' más habitable y menos contaminada?
Y, en quinto lugar, la dimensión religiosa, que sin duda da cohesión a toda la realidad, ¿La tengo en cuenta, le dedico la atención y tiempo que merece, hago crecer el don de la fe en todos los aspectos que conlleva?
Tal vez, no siempre, tengamos una visión armónica y global del crecimiento y desarrollo de nuestra realidad personal, pero viene bien, que de vez en cuando nos lo planteemos. Vamos, digo yo.
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