Tantas cosas nos llegan del mundo que nos rodea, muchas de ellas trágicas
y lamentables, que no tenemos tiempo suficiente para observarlas y
asimilarlas, ni siquiera críticamente: Que si las pateras vienen llenas,
pero la mitad de inmigrantes se ahoga en el intento; que si el huracán 'Sandy';
que si el trágico suceso del Madrid Arena; que si los nacionalismos elevan el
tono; que si los políticos; que si los parados, que si la crisis; que si el
fútbol; que si el mal tiempo; que si el nuevo Windows 8; que si Halloween; que
si el 'banco malo'; que si la 'Bota de oro' de Messi; que si la moda y la
belleza; que si los videojuegos; que si los desahucios; que si Siria; que si
Pakistán; que si el iPd mini y el iPad 4 llegan a las tiendas españolas;...
Claro que debemos dedicar tiempo a estas cosas, forman parte de nuestra vida y nos afectan de una forma u otra. Pero no nos engañemos, nuestra capacidad de observación de la realidad no se agota en el mundo externo, en la realidad que nos rodea, porque cada uno de nosotros somos una 'partecita' de esa realidad y, también, es necesario que sea mirada, observada e integrada. Puede ocurrir que tanto mirar hacia fuera, nos lleve a olvidarnos de mirar hacia dentro, hacia nuestra realidad interior. Y, sin embargo, la mirada a nuestra interioridad, la observación -minuciosa- de nuestra realidad más personal, se hace imprescindible, para no diluirnos y perder nuestra propia identidad.
Llevo un tiempo poniéndome en el lugar de los otros y observar como actúo, cómo hago las cosas. Estoy poco a poco observándome y constatar mis reacciones ante las personas que me rodean. Igual que yo observo a los demás y saco mis conclusiones, también los demás me ven y sacan las suyas. Claro que no es un descubrimiento, estas cosas son de 'Perogrullo'; sin embargo, quiero añadir un matiz. Como si de una videocámara se tratara, quisiera ver las grabaciones y analizar mi manera de contestar a los demás, la forma de tratarles, me gustaría saber de las meteduras de pata; de observar mis reacciones espontáneas ante tales o cuales personas o situaciones.
No, no crean que estoy pidiendo cita al psicólogo, lo que estoy es, exigiéndome una mejora en las formas del trato que tengo con las personas que me rodean. Ya me ha ocurrido que, en mi fuero interno, me encuentro muy a gusto y de pronto saltan las chispas cuando estoy con tal o cual persona. En algunas ocasiones me han dicho tal o cual cosa y, mirándome a mí mismo, como que no coinciden tales apreciaciones con lo que yo siento. Ocurre que los demás perciben cosas de mí, que yo no las detecto o tal vez les doy otros nombres. Creo que la auto-observación es una buena medida para objetivizar bastantes reacciones y situaciones.
Muchos mecanismos de defensa, reacciones exageradas e inapropiadas, si las viéramos como en el fútbol, repetidas, igual nos servirían para corregir determinadas maneras de actuar y de tratar a los demás. Todo el mundo no somos 'un buen' relaciones públicas; ni tenemos las habilidades sociales desarrolladas al -cien por cien-, por eso, que esto de observarse a sí mismo, puede resultar útil para el crecimiento personal. Ya sé que somos personas muy formales y muy ocupadas, pero un poquito de tiempo a estos menesteres, igual nos ayudaría a tener mejores relaciones con los demás, eso sí, empezando por uno mismo.
Claro que debemos dedicar tiempo a estas cosas, forman parte de nuestra vida y nos afectan de una forma u otra. Pero no nos engañemos, nuestra capacidad de observación de la realidad no se agota en el mundo externo, en la realidad que nos rodea, porque cada uno de nosotros somos una 'partecita' de esa realidad y, también, es necesario que sea mirada, observada e integrada. Puede ocurrir que tanto mirar hacia fuera, nos lleve a olvidarnos de mirar hacia dentro, hacia nuestra realidad interior. Y, sin embargo, la mirada a nuestra interioridad, la observación -minuciosa- de nuestra realidad más personal, se hace imprescindible, para no diluirnos y perder nuestra propia identidad.
Llevo un tiempo poniéndome en el lugar de los otros y observar como actúo, cómo hago las cosas. Estoy poco a poco observándome y constatar mis reacciones ante las personas que me rodean. Igual que yo observo a los demás y saco mis conclusiones, también los demás me ven y sacan las suyas. Claro que no es un descubrimiento, estas cosas son de 'Perogrullo'; sin embargo, quiero añadir un matiz. Como si de una videocámara se tratara, quisiera ver las grabaciones y analizar mi manera de contestar a los demás, la forma de tratarles, me gustaría saber de las meteduras de pata; de observar mis reacciones espontáneas ante tales o cuales personas o situaciones.
No, no crean que estoy pidiendo cita al psicólogo, lo que estoy es, exigiéndome una mejora en las formas del trato que tengo con las personas que me rodean. Ya me ha ocurrido que, en mi fuero interno, me encuentro muy a gusto y de pronto saltan las chispas cuando estoy con tal o cual persona. En algunas ocasiones me han dicho tal o cual cosa y, mirándome a mí mismo, como que no coinciden tales apreciaciones con lo que yo siento. Ocurre que los demás perciben cosas de mí, que yo no las detecto o tal vez les doy otros nombres. Creo que la auto-observación es una buena medida para objetivizar bastantes reacciones y situaciones.
Muchos mecanismos de defensa, reacciones exageradas e inapropiadas, si las viéramos como en el fútbol, repetidas, igual nos servirían para corregir determinadas maneras de actuar y de tratar a los demás. Todo el mundo no somos 'un buen' relaciones públicas; ni tenemos las habilidades sociales desarrolladas al -cien por cien-, por eso, que esto de observarse a sí mismo, puede resultar útil para el crecimiento personal. Ya sé que somos personas muy formales y muy ocupadas, pero un poquito de tiempo a estos menesteres, igual nos ayudaría a tener mejores relaciones con los demás, eso sí, empezando por uno mismo.
Las habilidades sociales se van aprendiendo con el tiempo, pero si nuestro discurso y nuestras formas salen del corazón , cometeremos errores pero serán entendidos y perdonados. Lo importante es que dejemos que el corazon nos guíe, posiblemente la pregunta que nos debemos hacer es ¿me dejo guiar por mi corazón o tengo otros intereses, aunque sean "buenos" intereses?
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