BRASIL, UNA EXPERIENCIA HUMANIZADORA Y EVANGELIZADORA

Ayer llegaba a España, después de un viaje de dos días, y de estar cuarenta en Brasil. Ha merecido la pena.  Durante cuarenta días he sido extranjero y me han trato, muy bien, como extranjero. Aunque esto de 'extranjero' se notó más en los aeropuertos. En realidad, me he sentido en casa. Como uno más de la familia.

Brasil y sus gentes no me han dejado indiferente. Las relaciones humanas dejan su huella, sobretodo, cuando se está abierto y receptivo a los demás.

Esta experiencia la he querido vivir desde el estar, más que desde el hacer. Aquellas ideas de cambiar el mundo, de ayudar a los pobres, de aparecer cual superman, la verdad, no solo las veo inoportunas sino insolentes.

Lo que más me ha llamado la atención es la naturalidad con la que se relacionan los brasileños ya sean de origen africano, de origen europeo o los originarios del país. Se respira normalidad, cordialidad. Ni un ápice de racismo, tienen muy asumida la igualdad y lo del color de la piel, no supone una barrera discriminatoria. Para un europeo, no deja de ser un buen ejemplo de cómo tienen que relacionarse los seres humanos. Y el ejemplo nos viene 'del Sur'. 

La calidad en el trato, la acogida que nos han dado, la forma de estar con nosotros y su sencillez me han llegado. Uno que tiende a complicar sus relaciones, que a veces cae en lo artificioso; estando un tiempo por esas tierras, percibe que las cosas son más sencillas, que a veces nos complicamos la vida en suposiciones, mal interpretaciones,... Allí las cosas son más simples, el trato es más cercano. Y, claro, todo esto te cuestiona y te interpela. Termina removiéndote tus propios esquemas.

También he participado en el Culto. Por las tierras que he estado, hablan de Culto. Propiamente las Eucaristías son un lujo. Hay un sacerdote, para más de 50 mil personas y tiene que atender más de 90 comunidades, muchas de ellas diseminadas por la selva. Todas las comunidades tienen su capilla, una pequeña iglesia que les sirve para reunirse y celebrar su fe todos los fines de semana. 
Las celebraciones las presiden tanto mujeres como hombres, son los animadores del Culto que han sido escogidos por el Padre, como allá le llaman, y la propia comunidad. Son celebraciones vivas, alegres, con participación de todos, canciones bien preparadas y, en las que todo el cuerpo, tiene su protagonismo. La preparación está muy cuidada, los comentarios y homilías son enjundiosos. Se palpa la fe de la comunidad que se reúne para celebrarla. Sobretodo, en las comunidades de la selva, suelen terminar compartiendo la comida. ¡Cuánto tenemos que aprender!

Si titulo esta semana: Brasil, una experiencia humanizadora y evangelizadora es porque han sido ellos, las mujeres y hombres, niños y jóvenes, con los que he estado, que sin pretenderlo,son  los que me han cuestionado y me han invitado a seguir creciendo como persona y a seguir creciendo en la fe.