Las relaciones humanas son muy complejas. A primera vista, como que todo es muy sencillo. Pero, con el tiempo, van viniendo las complicaciones. Está claro que no somos islas. No podemos vivir solos, necesitamos a los demás para vivir y... sobrevivir. Todo grupo humano tiene su sentido y cubre una serie de necesidades que necesitamos las personas. Pensemos en la familia, en el grupo de amigos, en los compañeros de profesión, en los grupos religiosos, etc., etc.
La satisfacción de conocer a una persona, que te aporta aquello que necesitas para ser feliz, es algo que no tiene precio. Tener a la pareja, al amigo, en quien te puedes desahogar, confiar, reír, llorar,... la verdad, es impagable. Nos necesitamos para realizarnos como personas, para ser felices. ¡Ay del solo! Del ser humano encerrado en sí mismo. ¡Qué infierno!
Y, sin embargo, es una pena lo que acontece a bastantes hombres y mujeres: Nunca tan cerca, estuvieron tan lejos. Son los desengaños de la vida. Se conocieron, se confiaron, se amaron y terminaron separándose o, en su caso, divorciándose. Parejas rotas, amistades rotas, grupos -de todo tipo- desaparecidos. Estaban cerca, vivían juntos, se rozaban, sonreían, pero se apartaron para siempre.
También se da el caso, de aquellas personas que siguen juntos físicamente, pero, paradójicamente, a kilómetros de distancia. Se aguantan, se desesperan, llegan a pelearse y, sin embargo, por diferentes razones, no les queda más remedio que seguir juntos. La vida se puede hacer insoportable. Pero ahí están.
Vale, decía al principio que las relaciones humanas son complejas, pero no imposibles, tengo que añadir. Los conflictos, los problemas son inevitables. El asunto está en cómo gestionarlos. Nos podemos preguntar: ¿Qué recursos y herramientas cuentan las parejas -por ejemplo- para encauzar sus dificultades? Por su parte, los diferentes grupos humanos, tienen sus tensiones, sus conflictos ¿Saben abordarlos o los falsos respetos guardan las formas?
Creo que en muchas de estas situaciones, lo que ha faltado es tiempo. Tiempo para sincerarse, tiempo para conocerse, tiempo para aceptarse, tiempo para integrar al otro, tal y como es, no como quisiera que fuera... Cuando nos saltamos todos estos tiempos, aún la cercanía más cercana, nos sitúa en la lejanía más lejana. Hay que darse más tiempo, porque así, antes de avanzar en la relación, podemos resituarla y aparcarla, pero sin traumas. En la vida todo es aprendizaje y no podemos pasar de la educación infantil a la universidad.
Por cierto, dije bastantes hombres y mujeres, no empleé ni muchos, ni todos.
PD. También se da lo contrario, nunca tan lejos, estuvieron tan cerca.
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