Hacia el siglo VIII, antes de Cristo, el profeta Isaías, cantaba a la nueva creación con estas hermosas palabras: "Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: El lobo y el cordero pastarán juntos, el león con el buey comerá paja. No harán daño ni estrago por todo mi Monte Santo -dice el Señor". Los cristianos, en estos días de Adviento, recordamos a los profetas, que nos invitan a transformar el mundo y, así, disponernos y prepararnos para celebrar el Nacimiento de Jesús.
Coincidiendo en el tiempo, cada 10 de diciembre, recordamos la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el enunciado del primer derecho, vemos el horizonte de toda ella:"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."
Podemos decir que el espíritu de Adviento (ámbito religioso) y los Derechos humanos (ámbito civil) van de la mano. Cada cual, desde su espacio de influencia, impulsa un mundo mejor.
En la misma línea, estos días, han entregado el premio nobel de la PAZ, a tres mujeres: la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, la también liberiana Leymah Roberta Gbowee y la yemení Tawakul Karman. Coinciden en la no-violencia, como la clave para resolver los conflictos de los pueblos. Una buena noticia, sin duda, para felicitarnos.
Es bueno, que cada año, se nos recuerden todas estas cosas. Aún hay en el ser humano ansias de utopía; no somos conformistas y la rebeldía busca resquicios para 'rebelarse'. El mes de diciembre, digamos, que es el mes de la esperanza; es verdad, que con él terminamos el año, pero su rescoldo nos sirve para avivar el fuego del año que comienza.
Las ONGs, en general, nos recuerdan que aún queda mucho por hacer. Pero no lo dicen para desanimarnos, sino para agradecer a tantas personas, que se hacen eco de sus planes y proyectos y que se empeñan, día a día, por hacer más agradable los hogares, residencias, hospitales, tiendas, escuelas, fábricas, plazas y calles. De esta forma, tanto el tiempo de Adviento cumple su función de preparación de la navidad, como el recuerdo de los Derechos humanos amplían su demarcación, en un mundo que tanto los necesita. Diríamos que existe una complicidad entre estas dos realidades.
Estamos ante un ejemplo en el que 'el espacio religioso' y 'el espacio civil' se identifican y potencian para fortalecer a la humanidad. Y es que con la buena voluntad, el diálogo y el respeto mutuos, se puede caminar -juntos- un buen trecho del camino (tal vez, el camino entero).
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