Por las mañanas me gusta pasear temprano. Tengo la suerte de vivir en una zona en la que el campo está cerca y hay muchas zonas ajardinadas. ¡Qué gozada! Uno de mis placeres es saborear el frescor de la mañana. Me gusta madrugar. Según caminaba disfrutaba de una agradable sinfonía de colores, de olores y del trinar de los pájaros. Hoy es domingo, imagínense, las calles apenas sin coches, con algunos ciclistas y, para completar el paisaje, simpáticas personas paseando a sus perritos. Lo único es lo de la mascarilla.
En esta época también da gusto ir por los campos. Se ven como extensísimas alfombras de color verde. De hecho la cebada y el trigo ya están con sus tallos largos y sus espigas cuajándose. Estas tierras andaluzas siempre van por delante. El colorido de la madre naturaleza es generoso y bello. Y no digamos nada de sus delicados y agradables olores. La esperada primavera es acogida con júbilo y alegría, después de un invierno austero y frío. Así, la explosión de vida primaveral, nos llena el ambiente rutinario de la desnudez invernal.
Los caudalosos ríos transportan la savia nueva, que la copiosa lluvia y nieve, fueron regando en cumbres, llanos y montañas. El agua que es la vida, nuestra vida, sigue dando vida allá por donde pasa. Da gusto ir a la montaña y ver las espectaculares cataratas que se forman en algunos rincones de los ríos que bajan aceleradamente de las alturas. Algunas imágenes son espectaculares. Numerosos poetas han cantado y cantan a la primavera, parecería que es la estación anual que mejor alberga el espíritu humano.Si miramos más de cerca, también la primavera nos afecta a las personas, a las familias, a las ciudades. Ahora es el tiempo de las alergias y, quién más o quién menos, necesitamos de antiestamínicos para sobrellevarlas. Aunque la primavera la acusan, de forma más preocupante, a otras personas que les alteran su estados de ánimo e incluso sus conductas.
Algunas religiones, como la cristiana, tienen su ‘tiempo fuerte’ en esta época del año. Lo ritmos lunares siguen marcando la expresión religiosa. En las fiestas cristianas de Semana Santa se celebra la vida. Si en el invierno parece que todo está muerto y con la primavera renace la vida, paralelamente, los cristianos celebramos el triunfo de Jesús Resucitado sobre la muerte, por cierto, una muerte cruel e injusta.
Ahora que estoy escribiendo estas palabras, sigo escuchando el trino de los pájaros que revoletean por el jardín, que ya empieza a engalanarse con sus flores y sus olores. Algunos árboles se están despertando y nos muestran sus brotes, otros ya han florecido. Es lo que tiene el encanto de la primavera. Los naranjos tienen su protagonismo especial, ahora están ofreciéndonos sus pétalos y llenando las aceras de blancura. El olor es intenso, por lo que el ritmo de los pasos es más lento para disfrutarlo. En la primavera los sentidos, desde luego, están muy agradecidos por todo lo que huelen, sienten y ven. Aunque, en realidad, nosotros somos los afortunados.
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