"Todos
los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros" (Declaración de los Derechos Humanos, Artículo 1º)
Las
mujeres son la mitad de la humanidad y, lo
que acabamos de leer, es también para ellas. Bueno, los papeles, ya sabemos que
lo aguantan todo. El día 8 de marzo, celebramos el "Día Internacional
de la mujer". Ya el año pasado
hablábamos de estos asuntos. Por consiguiente, ahora viene la pregunta de
rigor: ¿Ha mejorado, la situación de la mujer, a lo largo de este año pasado?
Como no tenemos datos objetivos las respuestas pueden ir desde: Tal vez si,...
quizás no,... a lo mejor... Bueno, yo espero que sí; creo en el progreso, en la
evolución. Aunque me temo que, de un año a otro, los cambios, no se aprecien
tanto.
Ahora
bien, no olvidemos el dato a destacar: las
mujeres son la mitad de la humanidad. No son un grupo marginal,
minoritario. Un grupo reducido, al que debemos atender en sus necesidades,
movidos por la compasión. Es la práctica habitual, por ejemplo, cuando nos
referimos a los migrantes, a los sin techo. Pero no es el caso de la mujer.
Si somos en el planeta 7.500 millones de seres humanos, grosso modo, 3750 son
mujeres. Este es el dato.
Me
alegraré cuando, me entere, de que el día 8 de marzo, es un día más del mes, sin apellidos. Para entonces,
ya no necesitaremos un día especial para recordar la desigualdad entre hombres
y mujeres. Mientras tanto no nos podemos callar. No podemos pasar, 'como de
puntillas', por un día que nos sigue golpeando a la conciencia. La mujer,
mejor, muchas mujeres, millones de mujeres, son tratadas en el siglo que
vivimos, como si no fueran personas. Y esto que afirmo, les pasa a las
mujeres desde su nacimiento. (Por supuesto, que no todas las mujeres
están en estas circunstancias, gracias a Dios).
Y
es que, los seres humanos, ya nos hemos
acostumbrado a leer, escuchar y ver noticias relacionadas con la explotación,
mutilación, violación, la trata, compraventa, maltrato, esclavitud,
discriminación, asesinato... de bebés, de niñas, de adolescentes, de jóvenes,
de mujeres, de ancianas, por el solo hecho de haber nacido mujer. ¡Ya está
bien! ¿No?
Para
explicar (no digo justificar) toda esta
degradación humana, hacia la mujer; podemos analizar muchas causas de
origen histórico, social, e incluso económico. No obstante, hoy, me voy a
detener en una de las raíces, que también ha contribuido a esta lamentable
situación: La Religión.
Las
religiones, basta echar un vistazo, tanto
a sus escritos como a sus prácticas, defienden que Dios ha creado, al ser
humano, o sea, al hombre y a la mujer iguales. Y, sin embargo, en los
mismos escritos y prácticas religiosas, las mujeres y los hombres, no viven ni
participan de la misma igualdad. No me voy a centrar en todas las religiones.
Que cada cual haga sus reflexiones. En este caso, el catolicismo, al que
pertenezco, me sirve de ejemplo. Las mujeres, en la Iglesia Católica, ¿Por qué
no ejercen el ministerio sacerdotal? ¿Por qué no están en los puestos de
animación y decisión en la Iglesia? No por estar, sino para servir mejor a la
comunidad, para aportar su ser, su impronta, su visión. Tal vez tendríamos otra
sensibilidad, si estuviera la mujer. Es verdad que con el Papa Francisco se van
dando pasos, pero lentos. El hecho es, que la mujer en la Iglesia, tiene un
papel muy secundario. Sí, ya sabemos que limpian la iglesia, que dan
catequesis, que la mayoría de las personas que van a misa son mujeres... Sin
embargo, aún seguimos, en el siglo XXI, discriminando, apartando, no
considerando el ser y el estar de la mujer en la Iglesia.
El
día que presida la celebración eucarística,
de la comunidad cristiana, una mujer, ese día, empezaremos a hablar -de hecho-
de la igualdad entre los hombres y las mujeres, dentro de la Iglesia. Es más,
ese día cambiarían muchas actitudes, hacia la mujer, al menos dentro del
cristianismo. Y tal vez, tuviera sus consecuencias, positivas, en la misma
sociedad. Sería, una más, de nuestras contribuciones a la plenitud de la
humanidad. Mi enhorabuena a las teólogas feministas y los grupos de mujeres,
que dentro de la Iglesia, están luchando, enérgicamente, para que todo esto se
haga realidad.
Mientras
tanto, cada 8 de marzo, también por motivos religiosos, sigamos recordando el
Día Internacional de la Mujer.
Cómo tantas y tantas veces no puedo estar más de acuerdo contigo. Y me uno a ese deseo de no tener que celebrar este día en el futuro, porque significará que no es necesario. Un abrazo
ResponderEliminarDiego
Bueno, yo como mujer debo decir que efectivamente en otras zonas serlo es una condena real, como todos sabemos. Y que quedarse embarazada en este mundo occidental también representa cierto castigo porque no todos los trabajos te permiten compaginarlo, si es que puedes acceder a uno que dure toda o parte de la vida profesional. Y es que básicamente la valoración del cuidado y la crianza parecen estar por los suelos en estos tiempos. Dentro y fuera de las casas, y dentro y fuera de nuestras mentes. Hacemos miles de otras cosas, pensamos miles de ideas interesantes en miles de temas (como cualquier hombre). Pero al final poco importa porque poco poder tenemos si no mercadeamos con nuestras aportaciones, disponibilidad y tiempo. Abrirnos a las calles no ha servido para que nos valoren en las demás facetas distintas de las de criadora, sino para que se desvalorice además esa faceta (junto con las demás si una no sabe "venderse" suficientemente). Claro que podemos alzar la voz. Claro que pueden escucharnos. Pero de nada importa si no logramos entre todos un diálogo maduro, libre y sostenible. Nuestro tiempo vale dinero dentro y fuera de las casas. Ojala Dios nos ilumine para aprovecharlo e invertirlo adecuadamente... sin tirar la toalla ni tampoco dejarnos arrastrar por la rabia narcisista de género, que sólo hacen más difícil ese diálogo. MCO
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