En el
siglo XXI, entre los pobres más pobres, están las personas migrantes. Llegan
a un país extraño, huyendo de las guerras, dejando sus casas destruidas; otros
dejan sus poblados y familias, porque no dan de sí para vivir con dignidad y,
con la esperanza, de revertir con creces, el esfuerzo que han hecho para dejar
su querido país.
Fue mi
madre, como en otra ocasión he comentado, la que me enseñó a
mirar y acercarme a los pobres. Ahora me mueven otras motivaciones que han ido
completando aquellos primeros pasos. Aunque aún me queda echar mucha ‘carne’ al
asador. No es fácil abandonar la vida cómoda, si bien, noto una tendencia hacia
los asuntos, que generan tantas pobrezas e injusticias y que no me dejan
indiferente.
El Homo
sapiens, dicen los antropólogos, que surgió en África y, desde sus
orígenes, ha estado moviéndose por todo el planeta. No sé de qué nos
extrañamos. Está en nuestro ADN. Todos somos africanos. ¿Lo hemos olvidado? Por
consiguiente, que ahora les ayudemos, debe de ser lo más natural. Al menos así
lo entiendo yo. No dejan de ser de la familia. Quizás nos cueste compartir ‘la
tarta’, aunque en ocasiones la tiremos a la basura, de lo harto que estamos.
Tarta que hemos hecho con los ‘ingredientes’ de los recursos naturales de sus
países. ¡Cuánto le debe la cultura occidental al continente africano!
“Fui
extranjero y me acogisteis”. Me desconciertan los
cristianos que llenan las redes sociales y las conversaciones en los
chiringuitos de la playa, de prejuicios, rumores, comentarios racistas y otras
zarandajas parecidas. Lo de cristianos es por seguir a Jesús de Nazaret
(Jesucristo). Me pregunto: ¿En qué parte del Catecismo se quedaron? A poco que
se avance, sabemos que tenemos un Dios, que es Padre y Madre, y que quiere a
todos sus hijos e hijas con mucho cariño y misericordia. Ahí tenemos el
ejemplo a seguir.
La
vida religiosa, es una de las vocaciones que hay en la Iglesia.
Mi condición de Hermano de la Salle, me sitúa en este grupo eclesial. En los
diferentes documentos, eclesiales e institucionales, se nos insiste en acercarnos
a las fronteras, estar en las periferias, dar respuestas que no se dan en la
sociedad. Hablamos de la opción preferencial por los pobres. Sin embargo, en definir quiénes
son los pobres nos perdemos, además de que - en ‘los cuarteles de invierno’- se
vive muy bien. Aunque en honor de la verdad, son muchas las obras y compromisos
que ya existen y, también, voluntad de unirse para seguir dando respuestas.
Total,
que las personas que vivimos con los inmigrantes, por unas u otras motivaciones, tratamos
de dar respuestas que pretenden “acoger, proteger, promover e integrar", a las personas que nos vienen, a
esta sociedad de abundancia y bien estar, en la que vivimos. Mi reconocimiento
a tantas ONGs y Asociaciones, como a hombres y mujeres que dedican su tiempo y dinero a estos
menesteres humanitarios para integranos todos en un mundo mejor.
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