Siempre me ha gustado montar en la bici. Desde pequeño, mi padre que era herrero, me apañó una con la que pasaba muy buenos ratos, no exentos de caídas, pero eran el pasaje a pagar. Recuerdo que, en Granada, me quedé campeón una de las carreras que se organizaban por aquellas épocas. ¡Qué tiempos! Y llevo unos años que he vuelto a la bicicleta, por aquello del ejercicio que tenemos que hacer, bueno, y por que me sigue gustando.
De momento, por las mañanas, mi horita de bici no me la quita nadie. Normalmente reservo un tiempo los fines de semana, pero, ahora con las vacaciones, parece que se refuerzan ciertos hábitos y costumbres que están ahí, aguardando tiempos mejores. La constante en esta práctica, en mi caso, es levantarse temprano, para disfrutar del frescor de la mañana, pero cuando no puede ser así, me conformo con salir aunque haya más tráfico y transeúntes.
Me gusta estar pendiente del despertar del día, el bullicio de los pájaros, la naturaleza entera que se levanta, incluida las personas, que tan temprano van al trabajo. En alguna ocasión, a los señores barrenderos que empiezan su jornada, les veo regresar a mediodía arrastrando, con cansancio, el carro que les ha acompañado toda la mañana.
Es un placer oler las flores y plantas que te vas encontrando por las calle, y también, los olores que surgen de los restaurantes que preparan el café o el chocolate con churros, para los clientes de siempre, a los que no hay que preguntar porque ya se saben sus gustos.
Más bien, los fines de semana, a media mañana, se ven a los abuelos llevar a los nietos de la mano, a los padres y los hijos, con diferentes bicis, paseando; también se ve haciendo footing por las aceras y los parques sin prisas, a todo tipo de personas,... en fin se ve que el ejercicio físico es importante.
Este sábado me acerqué al mercadillo. Un verdadero hervidero de gente, de un lado para otro, buscando algún género que comprar. La verdad es que, con crisis o sin crisis, siempre hay mucha gente. Este ambiente me suele gustar, cuando voy a mi pueblo, es una de las visitas obligadas.
El paseo en la bici es tiempo para la reflexión. Prácticamente es una hora que te da tiempo para muchas cosas. Además de ver el ambiente y las personas, te queda margen para pensar, reflexionar, organizar asuntos del días, en fin, que viene bien este espacio personal que uno se dedica a partir del ejercicio en la bici.
De todas formas, lo de hacer ejercicio, es muy variado. Se ve que la salud la cuidamos cada vez más. A lo largo del recorrido paso al lado de algunas instalaciones deportivas, y se ve a muchos equipos, de todas las edades, practicando, haciendo deporte. No ha nada mejor que una vida sana.
De momento, por las mañanas, mi horita de bici no me la quita nadie. Normalmente reservo un tiempo los fines de semana, pero, ahora con las vacaciones, parece que se refuerzan ciertos hábitos y costumbres que están ahí, aguardando tiempos mejores. La constante en esta práctica, en mi caso, es levantarse temprano, para disfrutar del frescor de la mañana, pero cuando no puede ser así, me conformo con salir aunque haya más tráfico y transeúntes.
Me gusta estar pendiente del despertar del día, el bullicio de los pájaros, la naturaleza entera que se levanta, incluida las personas, que tan temprano van al trabajo. En alguna ocasión, a los señores barrenderos que empiezan su jornada, les veo regresar a mediodía arrastrando, con cansancio, el carro que les ha acompañado toda la mañana.
Es un placer oler las flores y plantas que te vas encontrando por las calle, y también, los olores que surgen de los restaurantes que preparan el café o el chocolate con churros, para los clientes de siempre, a los que no hay que preguntar porque ya se saben sus gustos.
Más bien, los fines de semana, a media mañana, se ven a los abuelos llevar a los nietos de la mano, a los padres y los hijos, con diferentes bicis, paseando; también se ve haciendo footing por las aceras y los parques sin prisas, a todo tipo de personas,... en fin se ve que el ejercicio físico es importante.
Este sábado me acerqué al mercadillo. Un verdadero hervidero de gente, de un lado para otro, buscando algún género que comprar. La verdad es que, con crisis o sin crisis, siempre hay mucha gente. Este ambiente me suele gustar, cuando voy a mi pueblo, es una de las visitas obligadas.
El paseo en la bici es tiempo para la reflexión. Prácticamente es una hora que te da tiempo para muchas cosas. Además de ver el ambiente y las personas, te queda margen para pensar, reflexionar, organizar asuntos del días, en fin, que viene bien este espacio personal que uno se dedica a partir del ejercicio en la bici.
De todas formas, lo de hacer ejercicio, es muy variado. Se ve que la salud la cuidamos cada vez más. A lo largo del recorrido paso al lado de algunas instalaciones deportivas, y se ve a muchos equipos, de todas las edades, practicando, haciendo deporte. No ha nada mejor que una vida sana.
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