Nacemos para crecer y ser felices. Luego, la vida nos va llevando por diferentes derroteros y cada cual sabe de su historia. Hoy, incluso, se habla de la crisis de la familia. Es más, la palabra familia no tiene el mismo significado en cualquier parte del mundo globalizado. Sabemos que las diferentes culturas y religiones plantean la estructura familiar de forma muy diversa. No obstante, la sociedad ha tenido el ingenio de 'crear la familia', como el núcleo más básico en el que la persona inicia sus primeros pasos en todas las dimensiones de la vida. Por consiguiente, la familia es un tema que da para hablar y escribir mucho sobre ella. Por mi parte resaltaré algunos asuntos que considero importantes: La persona, la pareja, los hijos y la armonía familiar.
La persona, cada uno de los miembros de la familia, es única y diferente a los demás. Vivimos en una época en la que, estamos tan desbordados por los acontecimientos, que nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestra realidad más personal. Como ser individual cada persona necesita sus espacios, sus tiempos,... para hacerse protagonista consciente de su propia historia; pienso que el ámbito familiar los tiene que crear y favorecer. ¡Todo un reto!
La pareja, que tiene unos tiempos fuertes e intensos de crecimiento en sus inicios, es propensa a bajar la "guardia" cuando vienen los primeros hijos, están pendientes del necesario trabajo, o porque surgen mil compromisos en el día a día. Sin embargo el "eje" vertebral de la estructura familiar, a mi modo de entender, es una buena relación de pareja que sigue creciendo hasta el final de sus días. Para ello hay que buscar sus tiempos y espacios, favoreciendo una fluida y continua comunicación, que siga favoreciendo, el crecimiento en el amor que se profesan. ¡Sin comunicación...!
Los hijos, constituyen la asignatura fundamental de la madre y el padre en su responsabilidad de crianza y en el cumplimiento de sus funciones parentales. Cada vez más me admiro de los padres que, día a día -con sus noches- están pendientes de sus hijos, tratando de darles lo mejor. La educación de los hijos es una tarea inmensa y exigente. Atender a la individualidad de cada hijo y favorecer la hermandad entre ellos, constituyen los pilares de un seguro y esperanzador crecimiento de sus personas. ¡Menudo compromiso!
La armonía familiar, el acierto y lo bonito del ambiente familiar es que puede favorecer el crecimiento de todos sus miembros. Claro para ello hay que poner los medios, pues son muchas las oportunidades o interferencias que llegan al hogar: La escuela, el barrio, los problemas laborales, las enfermedades, las amistades, la tele, el Internet y los demás medios de comunicación social,... Aún así, favorecer el diálogo, reflexionar y hablar de los problemas cotidianos en la mesa, compartir las alegrías y frustraciones, mostrar el afecto y cariño que se tiene, sin duda, constituyen la verdadera escuela del crecimiento personal de todos.
La persona, cada uno de los miembros de la familia, es única y diferente a los demás. Vivimos en una época en la que, estamos tan desbordados por los acontecimientos, que nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestra realidad más personal. Como ser individual cada persona necesita sus espacios, sus tiempos,... para hacerse protagonista consciente de su propia historia; pienso que el ámbito familiar los tiene que crear y favorecer. ¡Todo un reto!
La pareja, que tiene unos tiempos fuertes e intensos de crecimiento en sus inicios, es propensa a bajar la "guardia" cuando vienen los primeros hijos, están pendientes del necesario trabajo, o porque surgen mil compromisos en el día a día. Sin embargo el "eje" vertebral de la estructura familiar, a mi modo de entender, es una buena relación de pareja que sigue creciendo hasta el final de sus días. Para ello hay que buscar sus tiempos y espacios, favoreciendo una fluida y continua comunicación, que siga favoreciendo, el crecimiento en el amor que se profesan. ¡Sin comunicación...!
Los hijos, constituyen la asignatura fundamental de la madre y el padre en su responsabilidad de crianza y en el cumplimiento de sus funciones parentales. Cada vez más me admiro de los padres que, día a día -con sus noches- están pendientes de sus hijos, tratando de darles lo mejor. La educación de los hijos es una tarea inmensa y exigente. Atender a la individualidad de cada hijo y favorecer la hermandad entre ellos, constituyen los pilares de un seguro y esperanzador crecimiento de sus personas. ¡Menudo compromiso!
La armonía familiar, el acierto y lo bonito del ambiente familiar es que puede favorecer el crecimiento de todos sus miembros. Claro para ello hay que poner los medios, pues son muchas las oportunidades o interferencias que llegan al hogar: La escuela, el barrio, los problemas laborales, las enfermedades, las amistades, la tele, el Internet y los demás medios de comunicación social,... Aún así, favorecer el diálogo, reflexionar y hablar de los problemas cotidianos en la mesa, compartir las alegrías y frustraciones, mostrar el afecto y cariño que se tiene, sin duda, constituyen la verdadera escuela del crecimiento personal de todos.
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