BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 4 de enero de 2015

JESÚS DE NAZARET, NO QUERÍA UN GRUPO 'SELECTO' DE SEGUIDORES

Por lo que yo entiendo, su mensaje es para todos los seres humanos. Sin embargo, la historia del cristianismo ha cristalizado en un grupo de 'especialistas' (algunos teólogos hablan de profesionales de la religión) mientras que,  la inmensa mayoría de los cristianos, son meros espectadores. Si ponemos nombres a este asunto, el grupo selecto sería el clero, junto a la llamada vida consagrada o vida religiosa y, el resto, estaría formado por los seglares o laicos. Lo paradójico es que los primeros son una minoría, minoría dentro de la Iglesia y, el segundo grupo, es la inmensa mayoría del Pueblo de Dios.
Uno repasa el grupo de personas que seguía a Jesús, y por ningún lado aparecen los curas, obispos, monjas y frailes. Ni siquiera el Papa. Más bien, había hombres y mujeres de toda condición. Hombres y mujeres, del pueblo, que un día deciden seguir a Jesús y comprometerse, como Él, a ser mensajeros del Reino de Dios. Ven en Jesús al Mesías anunciado por los profetas y esperado por el pueblo y deciden seguirle. Eso sí, para ello, no se meten en un convento o en un palacio episcopal,  más bien, siguen en su casa y con su familia,  pero con la vocación muy clara de que Dios, también les ha llamado a ser los continuadores de la Misión de Jesús, su Hijo, el Cristo.
Han pasado unos cuantos siglos, qué digo dos milenios, y esto, como que no se parece mucho a los principios del cristianismo. Aquí hay una minoría que hace de líder, de jefes, de mandamases, y una mayoría que, como 'ovejas' siguen al pastor sin rechistar. Hasta el punto de que cuando se habla de la Iglesia o del cristianismo, se identifica con LA MINORÍA indicada, y el resto , pues, no se dan por aludidos. Algunos me dirán que estoy exagerando, pero acabo de estar de vacaciones en mi pueblo y el esquema se visualiza muy claramente entre el párroco y las parroquianos.
Es verdad que, desde el concilio Vaticano II, parece que la Iglesia va cambiando su imagen y su realidad, pero 'la cosa' va lenta. Aún, la imagen de la Iglesia Jerárquica, prevale sobre la imagen de la Iglesia Pueblo de Dios. Aquello de que el Reino de Dios es para anunciarlo al mudo entero y que todos los hombres y mujeres disfruten del amor de Dios, sean felices conforme a las Bienaventuranzas, tengan a Dios como Padre y Madre que les quiere, acoge y perdona; queda reducido -todavía- para los privilegiados que han sido llamados por Dios. Ese grupo selecto que ha tenido la suerte de tener una vocación especial y que indicábamos más arriba.
Todos los niños, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, somos hijos predilectos, escogidos y llamados para ser sus hijos y hermanos entre sí. Creo que no quiere a nadie por encima de nadie, o por debajo de nadie. Dios no tiene hijos preferidos, ni selectos, ni especiales; bueno sí, sí tiene preferidos y un cariño especial, pero por aquellos hijos pobres, enfermos, explotados, masacrados,...
Ya va siendo hora, de que los seguidores de Jesús: casados, solteros, misioneros, religiosos, animadores de la comunidad, nos veamos sin privilegios; nos veamos como hermanos al servicio todos de todos; y juntos, cada cual desde la vocación que Dios le ha dado, entregue su vida a la misión del Reino de Dios: esa gran familia humana (familia de Dios) que tanto -Él mismo- quiere y desea.

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