‘Hombres desperdiciados’, es una de esas
frases -tumbativas- que uno oye muy de vez en cuando. En este caso es la
sentencia firme y rotunda de un señor de edad, del Barrio de Belén, hablando
sobre las cosas de la vida. En otro momento me comentó un consejo,
que le dio su padre de niño: "Hijo,
que en la vida nunca te pueda el vicio; tú tienes que vencer al vicio, así
tendrás una vida feliz". Tiene siete hijos y quince nietos (imagínense
cuando se lo dijo su padre).
Parecería que las personas pobres, por ser pobres, no tienen nada que
enseñarnos. ¡Qué nos puede enseñar un pobre! Claro, que
para aprender de ellos, hay que acercarse a ellos, estar con ellos y, lo
principal, hablar con ellos. Nosotros, que tendemos a pasar de largo, dar un
rodeo, pasar de prisa… cuando vemos a una persona pobre, cómo vamos a tener la
ocasión de saber lo que piensa de la vida y aprender de lo que nos diga.
Esa tarde tuve la suerte de hablar con él. Se
llama Juan y sonreímos porque somos tocayos.. Su rostro emanaba serenidad y su mirada sensatez. Hablando de todo un poco, se acercó uno de sus hijos y me lo
presentó, se le notaba orgulloso. Pese a sus carencias económicas y las
dificultades que le habían golpeado durante la vida, se le veía satisfecho. Su
mujer y él, les habían dado a sus hijos -lo mejor que tenían-: una buena
educación. La convicción con la que hablaba no dejaba resquicio para la duda.
Desde hace unos ocho meses, vive en una clase, con
tres familias más; para guardar la “intimidad” está dividida con unas telas
colgadas que hacen de tabiques. Se quemaron sus casas y mientras esperan (“los
políticos hablan mucho y se hacen fotos”) viven en el albergue ‘improvisado’ a
dos kilómetros de su barrio. ¿Cuándo volverán? Nunca se sabe. Las obras, aún,
no se han empezado.
Le da mucha pena ver a los hombres tirados en cualquier sitio. Son los ‘hombres desperdiciados’ de los que me habla. Dice que el
alcohol hace muchos estragos. Luego añade la droga. Cada vez está la vida peor
para los más jóvenes. Me insiste que la familia es muy importante. Hablando de
todo esto, me voy con la mente al patio de mi colegio, en Jerez, y me suena la
misma conversación. Miles de kilómetros nos separan..
Detrás de su sentencia, veo a hombres
malogrados, a personas hastiadas de la vida, a seres humanos que han tirado la
toalla. Son hombres y mujeres, que por razones que desconocemos, malviven día a
día. Desperdician su vida. No saben gobernar su existencia, incluso, ni se lo
proponen ¿para qué? Uno se pregunta, en estas ocasiones, por las causas que les
han llevado a tal situación vital.
Pero mi reflexión va más allá. No hace falta
venir a Perú. No es necesario acercarse a unas casas prefabricadas, para hablar
con un señor que te cuenta su vida. En este mundo globalizado, en cualquier
lugar que estemos, hay hombres desperdiciados. Y, no lo olvidemos, también hay hombres que están orgullosos de educar
bien a sus hijos. No importa el lugar en el que vivan. Por cierto, a veces las mansiones,
con jardín y piscina, por poner un ejemplo, están llenas de ‘hombres
desperdiciados’.
Dicen que hay flores bonitas en los lugares más
insospechados. Hablando con Juan, en este contexto del Quinto Mundo, no dejo de
admirarme, por la visión positiva del ser humano que tiene. Cree en el hombre,
en sus potencialidades. Y le da pena que las desaproveche, las desperdicie.
Sabe, por propia experiencia, que en esta vida se pueden hacer las cosas bien.
El que quiera entender que entienda.
Pues sí Juan, desgraciadamente hay "hombres desperdiciados" en cualquiera de las sociedades que nos rodean. Y considero, que no sólo podemos aplicar este brutal sobrenombre a las personas que por unos motivos u otros ceden o se ven dominados por los vicios, sean los que sean, sino también a muchas personas que anteponen siempre aficiones personales, obligaciones laborales o gustos varios, a las relaciones con amigos, familia... Como bien resumes "hay mansiones llenas de "hombres desperdiciados". Por cierto, debo confesarte que en el tiempo que llevo siguiendo tu blog, envidio (sanamente) la capacidad que tienes para sacar siempre lo bueno de lo malo, para ver más allá y poder llegar y quedarte con lo positivo del ser humano, por dura que sea la realidad.
ResponderEliminarÁnimo de nuevo y vuelvo a mandarte muchos besos y abrazos de todos los que estamos por aquí.
Diego.