Pobres, marginados, excluidos, pateras, inmigrantes, hambrientos, sin techo, crisis, paro,... ya casi nos patinan todas estas palabras. Estamos saturados. Y a lo mejor queremos, de una vez, mirar para otro lado. El problema es que detrás de cada una de dichas palabras, hay millones de personas que las sufren y padecen y, para más indignación, hasta mueren.
En las Naciones Unidas tuvieron la iniciativa, en 1993, de recordarnos, por estas fechas, que hay seres humanos pobres, pero pobres - pobres, de los que no tienen nada. De esta forma se quiere concienciar al mundo sobre la importante necesidad de erradicar la pobreza y la indigencia en todo el planeta.
Desde entonces cada año proponen un objetivo, para hacernos caer más en la cuenta de esta situación. El 17 de octubre, se nos dirá en todos los medios de comunicación y redes sociales que debemos: «Poner fin a la violencia de la pobreza extrema: promoción del empoderamiento y consolidación de la paz». Estamos ante el primero de los Objetivos del Milenio, marcados por las Naciones Unidas, en su programa por el desarrollo de los pueblos y que, en teoría, deberíamos haber solventado en el 2015. Sin embargo, en uno de los comentarios que hace, para este año, nos sigue describiendo este asunto, de esta forma: "La extrema pobreza perpetúa un círculo de violencia y discriminación que amenaza los derechos humanos de las mujeres y los niños. Destruye la vida y el espíritu de las personas, mata a más niños, jóvenes y adul-tos que cualquier guerra. Cada día, las personas que viven en la extrema pobreza deben luchar por conse-guir alimentos, vivienda y acceso a los servicios esenciales. Soportan condiciones de trabajo peligrosas y vivir en circunstancias precarias e inseguras."
Según los entendidos y analistas, de este problema tan grave, son muchos los esfuerzos que se están sumando para erradicar la pobreza, de todos ellos voy a destacar algunos:
Los principales protagonistas de esta inmensa tarea son los propios pobres. Hombres y mujeres que están apostando, incluso con sus vidas, para salir de su extrema pobreza. Viven con poco más de un dólar, al día, y aún así, les quedan fuerzas para promover iniciativas que les ayuden a sobrevivir. El siguiente paso será vivir con dignidad.
Tenemos que reconocer que muchas Instituciones privadas, ONGS, Asociaciones... ni escatiman personas, ni medios para estar presentes y acompañar a los pobres que luchan y se esfuerzan por salir de su pobreza.
La misma ONU, a través de sus agencias, no escatima recursos para conseguir los Objetivos del Milenio, que como sabemos, están en el fondo de todo este tema; enumero algunas: FAO (Organización para la alimentación y agricultura), UNICEF (Organización para la infancia), OIT (Organización para el trabajo), UNESCO (Organización para la educación, la ciencia y la cultura), ACNUR (Alto comisionado para los refugiados), PMA (Programa mundial de alimentos), PNUD (Programa para el desarrollo de los pueblos), UIT (Unión internacional de telecomunicaciones), etc, etc.
Desde mi condición de creyente, la reflexión de hoy, quiere tener un tono optimista y esperanzador. No soy un iluso, conozco de cerca la pobreza y a muchas personas empobrecidas, pero creo que un día -con el esfuerzo de toda la familia humana- viviremos con dignidad, porque la justicia y la paz, el amor y la solidaridad se habrán extendido por todos los rincones de la tierra, nuestra casa.
En las Naciones Unidas tuvieron la iniciativa, en 1993, de recordarnos, por estas fechas, que hay seres humanos pobres, pero pobres - pobres, de los que no tienen nada. De esta forma se quiere concienciar al mundo sobre la importante necesidad de erradicar la pobreza y la indigencia en todo el planeta.
Desde entonces cada año proponen un objetivo, para hacernos caer más en la cuenta de esta situación. El 17 de octubre, se nos dirá en todos los medios de comunicación y redes sociales que debemos: «Poner fin a la violencia de la pobreza extrema: promoción del empoderamiento y consolidación de la paz». Estamos ante el primero de los Objetivos del Milenio, marcados por las Naciones Unidas, en su programa por el desarrollo de los pueblos y que, en teoría, deberíamos haber solventado en el 2015. Sin embargo, en uno de los comentarios que hace, para este año, nos sigue describiendo este asunto, de esta forma: "La extrema pobreza perpetúa un círculo de violencia y discriminación que amenaza los derechos humanos de las mujeres y los niños. Destruye la vida y el espíritu de las personas, mata a más niños, jóvenes y adul-tos que cualquier guerra. Cada día, las personas que viven en la extrema pobreza deben luchar por conse-guir alimentos, vivienda y acceso a los servicios esenciales. Soportan condiciones de trabajo peligrosas y vivir en circunstancias precarias e inseguras."
Según los entendidos y analistas, de este problema tan grave, son muchos los esfuerzos que se están sumando para erradicar la pobreza, de todos ellos voy a destacar algunos:
Los principales protagonistas de esta inmensa tarea son los propios pobres. Hombres y mujeres que están apostando, incluso con sus vidas, para salir de su extrema pobreza. Viven con poco más de un dólar, al día, y aún así, les quedan fuerzas para promover iniciativas que les ayuden a sobrevivir. El siguiente paso será vivir con dignidad.
Tenemos que reconocer que muchas Instituciones privadas, ONGS, Asociaciones... ni escatiman personas, ni medios para estar presentes y acompañar a los pobres que luchan y se esfuerzan por salir de su pobreza.
La misma ONU, a través de sus agencias, no escatima recursos para conseguir los Objetivos del Milenio, que como sabemos, están en el fondo de todo este tema; enumero algunas: FAO (Organización para la alimentación y agricultura), UNICEF (Organización para la infancia), OIT (Organización para el trabajo), UNESCO (Organización para la educación, la ciencia y la cultura), ACNUR (Alto comisionado para los refugiados), PMA (Programa mundial de alimentos), PNUD (Programa para el desarrollo de los pueblos), UIT (Unión internacional de telecomunicaciones), etc, etc.
Desde mi condición de creyente, la reflexión de hoy, quiere tener un tono optimista y esperanzador. No soy un iluso, conozco de cerca la pobreza y a muchas personas empobrecidas, pero creo que un día -con el esfuerzo de toda la familia humana- viviremos con dignidad, porque la justicia y la paz, el amor y la solidaridad se habrán extendido por todos los rincones de la tierra, nuestra casa.
Desgraciadamente Juan yo no soy tan optimista como tú al respecto, pero ojalá tengas razón y dentro de unos años este objetivo esté cumplido, ojalá.
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