A lo mejor tener móvil exige violencia; igual vestir ropa de moda conlleva explotación infantil; tal vez las fresas que como no se han pagado con justicia al recolector; lo mismo el papel higiénico que uso viene de la deforestación de grandes bosques,... ¿Aún pienso que lo mío no tiene que ver con el mundo que me rodea y las personas que vivimos en él? ¡Vamos ya!
Este mundo tan desigual, tan injusto, tan explotador, tan violento, tan egoísta, tan hedonista, tan indiferente, con tantas vallas y muros,... ¿tiene arreglo? Pues, claro.
Claro que tiene arreglo. Pero las soluciones, ni vienen de los gobiernos, ni de los ricos. Estamos muy equivocados. No crean que vienen de las religiones o ideologías rimbombantes; no, ese no es el camino. Lo tenemos más fácil.
Todo empieza por uno mismo. El cambio viene,... si yo cambio. También se puede decir al revés, cuando yo cambie, entonces, cambiará el mundo. Y aquí está lo difícil, aquí se complica todo.
Porque, si yo quiero la paz, tengo que ser un hombre pacífico, abandonar la violencia.
Porque, si yo quiero la justicia, tengo que ser un hombre justo y honesto.
Porque, si yo quiero la solidaridad, tengo que dejar el egoísmo, la usura, acaparar la riqueza.
Porque, si yo quiero la libertad, tengo que dejar de manipular, las modas, las esclavitudes.
Porque, si yo quiero el amor, tengo que abandonar la envidia, el odio.
Porque, si yo quiero el diálogo, tengo que abandonar la intolerancia, la cabezonería.
Porque, si yo quiero puentes, tengo que rechazar los muros y alambradas.
¡Vamos! que si yo cambio, seguro, seguro, que cambiará el mundo.
¡¡Qué acertadas tus palabras!!
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