"Vuestra soy, para Vos nací ¿Qué mandáis hacer de mí. Con estas palabras inicia, Teresa de Jesús, esta bella plegaria. Es una de las oraciones que me ayuda a iniciar y motivar cada día. Qué bien recoge la centralidad de toda oración cristiana: Dios, y solo Dios basta. De ahí la total disponibilidad, por parte del que pone a Dios en el centro de su vida. Yo lo intento.
Bueno, pues he estado en el Hospital. Me ingresaron el 7 de mayo. La cosa empezó con angina de pecho, y al final de la mañana, acabaron poniéndome un estent. Todo muy rápido, muy controlado y con mucha profesionalidad. El lunes, 13 de mayo, estaba en casa. Solo 6 días... y al séptimo a descansar. Es lo que dijeron los médicos: Nada de esfuerzo, mucha tranquilidad y poco a poco, que de ésta has salido. (Bueno, esto último lo añade un servidor).
Ya en la Comunidad sentí que debía dar muchas gracias y esto es lo que escribí en Facebook: Queridos amigos y amigas no quiero que termine el día sin deciros gracias. La buena noticia es que me han dado el alta en el hospital. El corazón ya está recuperado. Gracias a Dios y a todas las personas (Hermanos, familia, amigos, compañeros de viaje,... que me habéis acompañado durante todos estos días, tanto a los médicos y enfermeras, como con vuestras oraciones, WhatsApp, llamadas y visitas. Muchas gracias. Dios ha estado grande conmigo.
Soy de las personas que piensa que debemos estar a las duras y a las maduras. Y si nos gusta estar rodeados de personas, cuando la vida nos van bien, por qué vamos a rechazar la cercanía de las personas cuando nos encontramos mal. Otra cosa es que no quieran estar, eso es problema suyo. La verdad es que me estoy sintiendo muy arropado, desde el principio, y es de agradecer de todo corazón. ¡Cúanto afecto y cariño, vuestros, me están llegando desde el principio!
Confieso, que siento dentro de mí, que Dios me ha dado otra oportunidad. Él sabrá lo que hace. A mí me queda lo de ¿Qué madáis hacer de mi? De momento recuperarme y aquí la paciencia es un buen termómetro. Aunque lo días no se me están haciendo largos. En cuanto al estado de ánimo, creo que los niveles no han bajado mucho, más bien los normal en estos casos, pero soñar sigo soñando. Y la vida que hay a mi alrededor sigue fluyendo con alegría y mucha esperanza.
Cuando uno acusa en su cuerpo la enfermedad, comprende muchas cosas del dolor y sufrimiento que tienen tanta gente que se encuentra en los hospitales o diversos centros asistenciales y sociales. Y lo mío no ha sido tan notorio, aunque soy consciente del alcance -de lo que podría haber sido- sino me apresuro en ir a urgencias. Por eso es importante pedir, en la Oración, por la salud de los enfermos y de forma especial, por los que se encuentran solos ante la enfemedad.
En la lectura creyente que estoy haciendo estos días, brota en mí una mayor conciencia de la fragilidad humana. La enfermedad está siendo otra dimensión de la vida, tan humana, que me une a tantos hombres y mujeres que pasamos por la misma situación. No hay una explicación racional a la misma, sí hay una experiencia compartida desde lo más hondo de nuestra interioridad. Dios, de la mano de su Hijo Jesús, también se manifiesta en la enfermedad, al igual que en la salud. Lo que quiere es que seamos felices, sabiendo que el dolor y el sufrimiento, son una contrariedad, pero también tienen su sentido y función. Por eso seguiré diciendo:
DADME MUERTE, DADME VIDA; DAD SALUD O ENFERMEDAD... ¿QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ?
Bueno, pues he estado en el Hospital. Me ingresaron el 7 de mayo. La cosa empezó con angina de pecho, y al final de la mañana, acabaron poniéndome un estent. Todo muy rápido, muy controlado y con mucha profesionalidad. El lunes, 13 de mayo, estaba en casa. Solo 6 días... y al séptimo a descansar. Es lo que dijeron los médicos: Nada de esfuerzo, mucha tranquilidad y poco a poco, que de ésta has salido. (Bueno, esto último lo añade un servidor).
Ya en la Comunidad sentí que debía dar muchas gracias y esto es lo que escribí en Facebook: Queridos amigos y amigas no quiero que termine el día sin deciros gracias. La buena noticia es que me han dado el alta en el hospital. El corazón ya está recuperado. Gracias a Dios y a todas las personas (Hermanos, familia, amigos, compañeros de viaje,... que me habéis acompañado durante todos estos días, tanto a los médicos y enfermeras, como con vuestras oraciones, WhatsApp, llamadas y visitas. Muchas gracias. Dios ha estado grande conmigo.
Soy de las personas que piensa que debemos estar a las duras y a las maduras. Y si nos gusta estar rodeados de personas, cuando la vida nos van bien, por qué vamos a rechazar la cercanía de las personas cuando nos encontramos mal. Otra cosa es que no quieran estar, eso es problema suyo. La verdad es que me estoy sintiendo muy arropado, desde el principio, y es de agradecer de todo corazón. ¡Cúanto afecto y cariño, vuestros, me están llegando desde el principio!
Confieso, que siento dentro de mí, que Dios me ha dado otra oportunidad. Él sabrá lo que hace. A mí me queda lo de ¿Qué madáis hacer de mi? De momento recuperarme y aquí la paciencia es un buen termómetro. Aunque lo días no se me están haciendo largos. En cuanto al estado de ánimo, creo que los niveles no han bajado mucho, más bien los normal en estos casos, pero soñar sigo soñando. Y la vida que hay a mi alrededor sigue fluyendo con alegría y mucha esperanza.
Cuando uno acusa en su cuerpo la enfermedad, comprende muchas cosas del dolor y sufrimiento que tienen tanta gente que se encuentra en los hospitales o diversos centros asistenciales y sociales. Y lo mío no ha sido tan notorio, aunque soy consciente del alcance -de lo que podría haber sido- sino me apresuro en ir a urgencias. Por eso es importante pedir, en la Oración, por la salud de los enfermos y de forma especial, por los que se encuentran solos ante la enfemedad.
En la lectura creyente que estoy haciendo estos días, brota en mí una mayor conciencia de la fragilidad humana. La enfermedad está siendo otra dimensión de la vida, tan humana, que me une a tantos hombres y mujeres que pasamos por la misma situación. No hay una explicación racional a la misma, sí hay una experiencia compartida desde lo más hondo de nuestra interioridad. Dios, de la mano de su Hijo Jesús, también se manifiesta en la enfermedad, al igual que en la salud. Lo que quiere es que seamos felices, sabiendo que el dolor y el sufrimiento, son una contrariedad, pero también tienen su sentido y función. Por eso seguiré diciendo:
DADME MUERTE, DADME VIDA; DAD SALUD O ENFERMEDAD... ¿QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ?
Un besazo, Juanba
ResponderEliminarMuchas gracias Juamba por tus palabras, que sigas disfrutando de cada momento con paz y serenidad. Un abrazo.
ResponderEliminarEs cierto hermano el Señor siempre está grande con nosotros. Nunca nos abandona. Me alegro mucho de tu recuperación . Un fuerte abrazo
ResponderEliminarEs un placer el haberme cruzado en tu vida. Nos quedan muchos deseos por cumplir. Salud hermano.
ResponderEliminarComo bien dices solo Dios sabe lo que espera de cada uno. Solo nos cabe confiar y encomendarnos a sus manos, con plena confianza.
ResponderEliminarParticularmente le doy las gracias cada día por ofrecerme la oportunidad de vivir y por las personas que va poniendo en mi camino.
Me alegro infinito de tu recuperación, que como bien dices, sin prisas, que sea un tiempo para reflexionar y para seguir soñando.
Gracias por compartir tu camino conmigo.
Un beso enorme hermano
Alegría por tu recuperación. Oraciones y un fuerte abrazo
ResponderEliminarQue Él llene tu vida de la que vino a traer a la tierra.
Dios no te ha dado otra oportunidad, sino a muchos que te queda por ayudar les da la suerte de poder contar contigo....Dios te bendiga y nos ayude a tener más como tu en el caminar que cada uno....Buena suerte y buena singladura con luna llena.
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