Es verdad
que no he formado una familia. Pero me dice la experiencia, que en esta vida todo se
aprende. Se aprende el bien, se aprende el mal, se aprende la indiferencia, se
aprende el compromiso,.. y así podríamos seguir. Pero lo más interesante de los
aprendizajes es que todos se inician en el ámbito familiar. Bueno, si no se
inician todos, todos, sí está claro que se ponen los cimientos y se nos dan las
herramientas, para que se hagan posible todos los aprendizajes que hacemos a lo
largo de la vida.
Por
consiguiente, la familia es la primera esctuela, en ella aprendemos a vivir y, por
ser la primera, es la fundamental. Los buenos cimientos del aprendizaje se
ponen en la familia. Luego vendrán otras instituciones, como los colegios, las
religiones, los amigos, los medios de comunicación, las fábricas, las
sociedades deportivas y de ocio, las redes sociales,... que incidirán o
reforzarán, tal o cual aprendizaje, pero la primera responsable- de verdad- es
la familia.
Ocurre, que
en esta sociedad global que vivimos, la familia se explica y entiende de muchas formas.
Las diferentes culturas, las distintas creencias, la pluralidad de ideologías,
la variedad de sociedades y pueblos de los diversos continentes; nos sitúan en
la complejidad de ponerse de acuerdo tanto en lo que es la familia, como en los
aprendizajes que emanan de la misma.
Pero como no
soy ni antropólogo, ni sociólogo y ni psicólogo, sí me permito hacer algunas
reflexiones sobre la importancia que le concedo a la familia, como la primera
escuela para aprender a vivir como hombre y mujer que buscan su desarrollo
pleno para ser felices.
Sin la menor
duda, mi familia, está en la base de lo que soy. Siempre estaré agradecido a mi padre
y a mi madre por todos los aprendizajes que me facilitaron; desde lo más
básico de andar y hablar, hasta la buena educación y visión cristiana que me
transmitieron. No tenían muchos estudios, ni disponían de riquezas, más bien,
eran personas humildes de pueblo que, día a día, trabajaban con ahínco para
sacar adelante a su familia. Pero fueron mi primera escuela de la vida.
En las
vacaciones, con mis hermanos y sobrinos, en los grupos de personas adultas con los que he
trabajado, tratando a las familias de los alumnos que he tenido y en los
estudios que he realizado, siempre he venido constatado, que la familia es
determinante en la configuración de la personalidad de sus miembros.
Tengo
más que comprobado, desde la experiencia, que en la familia:
- Se aprenden las buenas maneras (y las malas)
- Se aprende a dialogar (y a gritar sin razón)
- Se aprende a perdonar ( y a ser vengativo)
- Se aprende a ser pacífico ( y a ser violento)
- Se aprende a ser solidario (y a ser egoísta)
- Se aprende a ser libre (y a ser sometido)
- Se aprende a ser educado (y a ser un insolente)
- Se aprende a respetar (y a insultar)
- Se aprende a ayudar (y a fastidiar)
- Se aprende a ser optimista (y a ser pesimista)
- Se aprende a ser flexible (y a ser cabezón)
- Se aprende a ser tolerante (y a ser excluyente)
- Se aprende a ser amable (y a ser antipático)
- Se aprende a ser honesto (y a ser deshonesto)
- Se aprende a ser coherente (y a ser hipócrita)
- Se aprende a ser fiel (y a ser traidor)
- Se aprende a amar (y a odiar)
- Se aprende...
Lo bueno
es que en las familias se da todo esto mezclado, porque la naturaleza humana es así
de amplia y compleja. Pero lo determinante, en todo este asunto, reside y está
en el dónde se ponen los acentos, hacía dónde apunta el proyecto familiar
(escrito o no escrito), qué valores son importantes para la la familia, es
decir, qué tipos de ciudadanos están ayudando a integrar en la sociedad.
¡Ah!, no lo olvidemos, la familia es
la primera escuela, pero no la única escuela y, en último término, cada
persona, también tiene margen en elegir y potenciar, tales o cuales, aprendizajes
en su vida.
Totalmente de acuerdo contigo Bau, como tantas veces. La familia es un pilar fundamental, a nivel personal y social, así que merece la pena intentar hacerlo bien. Un abrazo y sigue escribiendo.
ResponderEliminarDiego