Estamos estrenando un
nuevo año y, con él,
la caja de los sueños se ha abierto de par en par. No hay conversación que no
tenga el color de la esperanza, del que nos habla la canción. Y es que nos
resistimos al pesimismo y la resignación al que la realidad nos invita,
insistentemente.
Pero sí, son tiempos
confusos para todos.
En este mundo globalizado que nos ha tocado vivir, la confusión nos envuelve y
nos afecta personalmente. El terrorismo llega a nuestras ciudades; las guerras
se meten en nuestras casas con el telediario; la violencia de género nos
indigna pero no cesa; las religiones nos predican la paz y hacen la guerra; los
políticos van a lo suyo, o sea, tener poder y arramplar con lo que puedan, porque
hay corruptos de todos los colores; las empresas y bancos van a sus intereses y
superávits y les importa poco caiga quien caiga.
No me digan que todo
esto no genera confusión en la gente.
Para muchas personas la línea entre el bien y el mal está desdibujada. Los
valores de los que todo el mundo habla y escribe brillan por su ausencia, como
decían los antiguos: Dime de lo que presumes (hablas y escribes) y te diré
de lo que careces. No existen unos
criterios comunes -mínimos- asentados para la sociedad plural que vivimos. Todo
se cuestiona, se discute,… para que después, cada cual, siga haciendo lo que
quiere, aunque para ello se falte al respeto o se ‘machaque’ al otro.
Con la globalización, lo
aceptemos o no vivimos en sociedades plurales. La diversidad y pluralidad está en
nuestras mismas familias, en los partidos políticos, en las calles y ciudades.
Las religiones están presentes, con sus templos, iglesias, mezquitas o
sinagogas. Las ideologías se expresan en la variedad de partidos políticos, con
sus portavoces, en las tertulias de los medios de comunicación. Hemos pasado en
poco tiempo de lo simple a lo complejo, de la homogeneidad social a la
heterogeneidad, de tal forma que nos encontramos con muchas maneras de
interpretar y de vivir en este mundo.
Sirvan como ejemplos, de todo esto, las diferentes maneras de entender la
familia, la educación, la economía o la política.
Y, sin embargo, esta
situación es el germen de nuevas oportunidades. Porque hay futuro. Y lo sabemos. De
hecho no partimos de cero. La sociedad plural, en el día a día, genera más
riquezas y oportunidades, de las que sospechábamos. Las diversas culturas que
confluyen no dejan de sorprendernos. Como sabemos una vela -sola- no ilumina la
casa, pero muchas velas, aunque sean diferentes, la colman de luz.
Por consiguiente, lo
bueno de todas las personas,
compartido con el diálogo y el consenso o respetando nuestras diferencias desde
la tolerancia -ahí está la riqueza-, sin duda, construye entre todos el bien
común, pues los distintos puntos de vista completan la realidad y nos
proporciona a todos una buena convivencia y bienestar.
Por lo demás ya sabemos,
desde siempre, que todo esto es posible. Cuántos creyentes de las diferentes religiones, cuántos
políticos y profesionales, cuántos agentes sociales, cuántas familias, cuántas
asociaciones, cuántas personas viven apostando, en el día a día, por un mundo
mejor.
Muchos proyectos que se
hacen en común en todos los ámbitos sociales están dando sus buenos resultados.
Constatamos que van calando en el tejido social, el trabajo en red de las
instituciones, las mismas redes sociales que se comprometen en lo social, los foros
interculturales e interreligiosos que van surgiendo, el altruismo de muchas
personas a través de las ONGS,… son otros tantos ejemplos de que juntos hacemos
posible que el mundo sea mejor para todos.
Pero hace falta que nos creamos que realmente podemos formar UNA sociedad con todas las culturas y religiones, y no un amasijo de pequeñas sociedades que se miran unas a otras con recelo. UNA sociedad de la que todos nos sintamos responsables, y a la que todos aportemos lo mejor que tenemos.
ResponderEliminarCuando miro al alumnado de mi escuela, confío en que podamos hacer esto en un futuro próximo. Seguramente será más natural para esta generación que ha nacido en la convivencia de culturas, que para nosotros, que crecimos mirando a "los otros" como (en el mejor de los casos) objetos de laboratorio sociológico. Por eso tengo esperanza en que los niños y jóvenes de hoy van a conseguir éxito donde nosotros nos estamos estrellando. Solo espero que no les hagamos la tarea demasiado imposible con nuestras intromisiones.
Por lo demás, mis mejores deseos para ti en el año que comienza. Que tus sueños se hagan realidad, porque si eso ocurre, estoy seguro de que el mundo será un mejor lugar. Un abrazo desde el Norte.
Gracias por tus palabras. Se ve que hemos bebido de las mismas fuentes. Mis mejores deseos para tu familia y tus alumnos. Por cierto tienes que tener mucho frío por aquellas tierras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo