Mañana abren sus puertas las escuelas. La imagen es conocida. Las familias llevan a sus hijos a las aulas.
El mes de septiembre, nos vuelve a la realidad. Aparecen las obligaciones, los trabajos,
las responsabilidades... ¡Vamos! La normalidad con sus rutinas.
Las vacaciones
desaparecen de nuestro horizonte. Las familias, ajustan los presupuestos, para
las compras escolares de sus hijos. Las aulas, abren sus puertas para empezar
las clases. Todo, todo, está dispuesto, después de unas merecidas, para seguir educando con nuevos bríos.
El discurso de
que la familia es el único ámbito educativo, ya está superado. Claro, que los hijos viven en su casa,
con sus familiares. Pero los mismos chavales, son alumnos en los colegios o en
los institutos. Y pasan muchas horas de su vida en ellos. Por consiguiente, el
ámbito escolar, sin la menor duda, también, es educativo.
Si por educar
todos entendemos lo mismo o, al menos, coincidimos en lo
fundamental, las cosas irán bien. Pero como los criterios educativos varíen, en
lo esencial, igual nos estamos equivocando y los perjudicados son los chavales.
Todo lo cual, se acentúa en una sociedad plural
Está claro que la familia es la que señala el horizonte de la educación que quiere para su prole. Por eso decimos
que es la primera responsable. Sus funciones parentales así se lo exigen. Y,
desde luego, son muchas las familias que se lo toman en serio, poniendo mucho
empeño en la buena crianza. Lo que no quita que haya dificultades en el camino.
Pero, también hay familias, para las que tener hijos no supone
ningún problema; las complicaciones vienen después: No saben qué hacer con
ellos, cómo criarlos. Así como, hay centros escolares, que se cierran a que lo "suyo"
es transmitir conocimientos, desde una neutralidad (que ni se
la creen ellos) pensando que, lo de educar a sus alumnos, le corresponde a sus
padres. La miopía la tienen muy desarrollada.
Cuando hablamos
de la educación en valores, nos estamos refiriendo, a esos valores que
dignifican a la persona, que dan sentido a su vida, le ayudan a crecer de forma
saludable y le facilitan integrarse en la sociedad, que vive, de forma
comprometida. Valores como la libertad, el respeto, la tolerancia, la libertad,
la convivencia, la solidaridad, en fin, la fraternidad entre todos los seres
humanos.
No acabamos de dar con la
fórmula, de la relación
familia-escuela, pero se hace necesario y urgente que la familia y la escuela
se pongan de acuerdo: hablando, reuniéndose, compartiendo planteamientos, ES
DECIR, DEDICARSE MUTUAMENTE TIEMPO.
Y no estamos solos en esta tarea, ya
sabemos, que hay otras instancias que también influyen en la educación y crecimiento de las personas, como pueden ser las
religiones, el grupo de amigos, o la sociedad en su conjunto, las mismas redes
sociales; pero, si la familia y la escuela ponen las bases y marcan las metas a las que
llegar, creo yo, que todo será más fácil.
Por consiguiente, no se evitarán -ni se
pretende- que no existan dificultades, complicaciones y problemas, pero, lo
de educar a nuestros hijos y educar a nuestros alumnos, irá por buen camino.
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