Esta narración pretende ser una fábula, sobre las dificultades que encuentran tantos chavale en riesgo y exclusión social.
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Hace mucho,
pero mucho tiempo, existía la costumbre de celebrar todos los años en la selva
africana el Gran Consejo de la Selva.
En aquella asombrosa reunión no faltaba nunca ningún animal. Era bonito ver a
los carnívoros junto a los herbívoros y, a éstos, junto a los omnívoros. Así
que, todos, todos los animales estaban interesados y en esta ocasión todos se resptaban.
Como
siempre, inició tan magno encuentro, don León, el rey de la selva. Todos
los animales estaban expectantes y con recia voz dijo el rey: "Queridos
habitantes de la selva: Os he convocado
un año más para tratar los numerosos problemas que están complicándonos la
existencia en nuestra querida selva.
De entre todos los problemas, el que
más nos preocupa ahora es el de la mala suerte que tienen algunos de
nuestros Cachorros. Pues, debido al afán depredador del hombre, muchos se
quedan huérfanos; otros, como sus padres están ocupados en buscar el alimento,
están desatendidos; además hay algunos cachorros que han sido abandonados a su
suerte, pues nadie quiere saber nada de ellos, lo cual es muy lamentable. Esta
lamentable situación de desprotección impide que los Cachorros aprenden a
sobrevivir y a defenderse en la complicada vida de la selva y muchos de ellos mueren antes de tiempo.
Ante tal
problema, nuestro muy querido amigo, el
señor Elefante, ha sugerido una propuesta que a bastantes de nosotros nos
parece la más acertada. Él mismo nos la va a exponer".
Así se explicó
el señor Elefante: -"Como muy bien ha dicho don León, nuestros
Cachorros están muy indefensos. Así que hemos decidido crear una reserva en la
selva, en la que se junten todos los Cachorros abandonados, y también
todos aquellos cuyos padres los deseen dejarlos en la reserva. Doña Cierva,
que se ha ofrecido voluntariamente, se encargará de prepararlos, para que,
cuando sean grandes, se puedan defender y logren sobrevivir. A ella le dejamos ahora la palabra."
(Todos los animales aplaudieron la buena idea de la Reserva para los Cachorros
abandonados.)
Y dijo Doña Cierva: "Con mucho gusto he aceptado,
porque creo que es muy importante el adiestramiento y preparación de los
Cachorros para su futura vida en la selva. Que no os quepa la menor duda que
dedicaré todo el tiempo que me sea posible para atender y enseñar a todos los
cachorros que lleguen a la Reserva.
Pero, creo
que debe quedar clara una cosa: que los Cachorros que se integren en la Reserva
tienen que cumplir unas mínimas reglas de juego, sin las cuáles no se
les podría adiestrar y preparar adecuadamente para el futuro. Por lo cual, si
algún Cachorro no se comporta debidamente, es decir, no cumple las mínimas
normas por las que se regirá la Reserva, me veré obligada a denunciar
el caso al Gran Consejo de la Selva, con la finalidad de que se tomen las medidas oportunas.”
(Todos los animales estuvieron de acuerdo con doña Cierva).
Don León tomó finalmente la palabra y clausuró el encuentro, no sin
antes invitar a todos los asistentes a participar en la tradicional fiesta del
agua. La fiesta consistía en realizar algunos concursos en el lago que había
en el centro de la selva. Al final del día, muy contentos, regresaron a sus hogares. El día siguiente empezaba la aventura.
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