Literalmente machacadas y destrozadas. Y
machacadas tanto por los de dentro, como por los de fuera. Machacadas por la
misma pareja, por los hijos y parientes cercanos, por las amistades y, no
digamos nada, de lo machacadas que quedan cuando toman la iniciativa las
religiones, los gobernantes y la sociedad entera. ¡Cuánto sufrimiento!
Destrozadas
y machacadas por la propia pareja. Hay
hombres que son inaguantables: Violentos, borrachos, mentirosos, agonías en
el trabajo, viven en la calle, más que en su hogar, y cuando van a su casa
tiembla el resto de la familia. Son hombres pendencieros, sin conciencia, sin
ternura, agresivos, depredadores, egoístas… y todo esto machaca a su familia. También hay mujeres insoportables.
Celosas, envidiosas, rencorosas y vengativas. Van a lo suyo. Se meten en la droga,
engañan, solo piensan en sí mismas. Convierten el amor por odio. He conocido a
mujeres que rechazan a sus hijos; se meten en la prostitución y no se sabe
porque ocultos intereses. Tal vez sean las menos pero las hay. Y no digamos
nada de lo que supone, para bastantes familias, los procesos de rupturas y
divorcios.
Machacadas
y destrozadas por los hijos. Hay hijos e hijas insoportables. Son pequeños
tiranos. Violentos verbal y físicamente. Tienen atemorizados al resto de la
familia. Son caprichosos, intolerantes, superegoístas. Lo quieren todo y al momento. Son exigentes y
¡ay! si no se les da lo que se les ha metido en la cabeza. He visto armarios
rotos, televisores,… cuando he visitado alguna de estas familias. Y es que la
violencia intrafamiliar no es patrimonio de los progenitores. Muchos de estos
hijos e hijas hacen saltar los vínculos familiares.
Destrozadas
y machacadas por las religiones. ¡Cuánto mal han hecho y hacen las
religiones! Todas. Su visión patriarcal, la inferioridad de las mujeres desde
que nacen, la sacralización del varón frente a la mujer. Cantidad de
sufrimiento, violencia y muertes a lo largo de los siglos. El otro día veíamos
cómo un padre, entregaba a una hija para que fuera lapidada por no sé qué
transgresión… ¿dónde estaba el hombre? Y, bueno, la familia es la que sufre las
consecuencias de toda esta realidad. No olvidemos que las mujeres, curiosamente,
son las protagonistas y sustentadoras del espacio familiar.
Machacadas
y destrozadas por la sociedad. El paro, los desahucios, los horarios de
trabajo que separan a los padres de los hijos, el doble trabajo del la mujer
por su condición de trabajadora tanto fuera de casa, como de ama de casa en su hogar,…
Familias que han perdido su rentabilidad económica y pasan a la situación de
subsidios, con todo lo que acarrea. Familias del chabolismo y barrios
estigmatizados por el resto de la población, marcadas para lo que puede ser su socialización
y ‘normalización’.
Lo que más
lamento, es cómo quedan de dañados tantos hombres y mujeres, niñas y niños,
jóvenes, ancianos y ancianas, como consecuencia de todas estas situaciones y circunstancias
tan deshumanizadoras e injustas. ¡Cuánto dolor y sufrimiento evitable!
La verdad es que no deseo ser
pesimista. En realidad recuerdo mi infancia. Mi familia era normal y lo sigue
siendo. Mi madre y mi padre nos inculcaron su experiencia, sus valores. Nos
criaron lo mejor que sabían. Incluso económicamente no andábamos muy allá, hubo
que emigrar a la ciudad, porque el pueblo no daba mucho de sí. Medio siglo después la familia ha aumentado
y seguimos unidos, aunque vivimos en
diferentes lugares. Creo que este modelo de familia está muy extendido y hay
muchísimas familias que podrían decir lo mismo; sin la menor duda, para bien de
la misma sociedad.
La pena es que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades de tener una familia "normal". Hay muchas familias q podrían entrar dentro de esa normalidad, con sus más y sus menos, pero hay personas que desde su nacimiento son carne de cañón con muy pocas expectativas de salir de esa no normalidad.
ResponderEliminarCreo q las personas q entramos dentro de la normalidad debemos no cerrar los ojos e intentar cada uno desde nuestra posición que cada día haya unas pocas más familias normales y hacer todo lo que esté en nuestra mano para que esos pequeños de nuestras familias normales que vienen empujando no tengan que verse nunca en la no normalidad.