Este blog pretende ser la ocasión - de facilitar el encuentro - que genera y crea convivencia, amistad, confianza, tolerancia, respeto... entre quienes habitamos en esta "Aldea global".
domingo, 12 de septiembre de 2010
EL SER PERSONA, NOS HACE IGUALES
En el verano de 1972, en el contexto de los campos de trabajo, me preguntó una mujer: ¿Cuál es tu gracia? Desconcertado le contesté que no sabía a lo que se refería y, con una sonrisa comprensiva, me dijo que me estaba preguntando por mi nombre. Conocer nuestros nombres facilitó la confianza y el buen entendimiento durante esos días.
Esta semana hemos leído y escuchado, en los medios de comunicación social, a Fidel Castro contradecirse entre la crítica o validez del capitalismo y el comunismo, a Nicolás Sarkozy que sigue con la expulsión de los gitanos, al pastor evangelista americano que estaba obsesionado por quemar el Corán, que uno de cada tres españoles se considera antisemita, pero también que líderes católicos, musulmanes y judíos condenan la histeria “anti musulmana" en EEUU,...
Me llevo preguntando desde hace tiempo porqué nos fijamos más en los apellidos que en el nombre de las personas.
Es el nombre el que nos hace iguales. El nombre nos identifica como personas individuales, de la misma naturaleza, de la misma especie y, después, vienen los apellidos, pero éstos ya son secundarios - por muy "nobles" que sean -.
Lo primero es el nombre, mi ser personal (común a todos los seres humnaos) y en segundo lugar vienen los apellidos, o sea, lo de ser blanco o negro, pobre o rico, creyente o ateo, extranjero o nativo, analfabeto o intelectual, progesista o conservador, y así hasta la enésima generación.
Creo que este mundo globalizado, sería muy diferente si nos interesáramos por el nombre de las personas, para identificarlas como tales y ya, en un segundo momento, iríamos conociendo los apellidos, tal vez con la intención de corregir las injusticias que dichos apellidos están generando.
Puedo afirmar, desde la experiencia, que cuando se conoce el nombre de la persona, las barreras de los apellidos van cayendo, da igual que sea subsahariano o musulmán, ateo o cristiano, marginado o ejecutivo, blanco o judío,... ¡Cuántos problemas y conflictos se evitarían!
Tenemos la ocasión, una vez más, de seguir educando en valores que dignifican a las personas, que nos hacen recuperar la igualdad perdida; y si somos criatianos nos remiten a una familia común, en la que Dios, nuestro padre y madre, nos quiere a todas las personas, como a hijos e hijas de una única familia, la suya. Otros hablan de la fraternidad universal.
Mi "gracia" es Juan Bautista ¿Y la tuya?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
A fin de cuentas, por eso dijo alguien "Yo soy el que soy" cuando le preguntaron su nombre... Ya hace 3000 años, nombrar (o poner apellidos, para seguir tu metáfora) era dominar.
ResponderEliminarEl nombre nos puede hacer iguales ,pero la forma de comportarnos es lo que nos hace diferente ,"por sus obras los conocereis"y pienso que cuando esta mujer quiso saber tu gracia ya seguramente conocia tus obras. sole
ResponderEliminar