BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 29 de enero de 2017

DE LA FORMA QUE YO ME TRATE, TRATARÉ A LOS DEMÁS



Vengo observando, en mi propia vida, que cada cual tiene los recursos propios para llegar a ser él mismo. Pero como no vivimos solos, nuestra relación con los demás, (que también afecta a mi vida) va a tener sus frutos, en la medida que todo aquello que quiero hacer con ellos, antes, lo he tenido que vivir  y experimentar en mí mismo.
La clave, de lo que quiero decir, reside en que todo pasa por uno mismo, antes de llegar a los demás. En la propia persona generamos lo que somos y nos constituimos, así, en referencia de lo que somos y hacemos con las personas que nos rodean. Como sabemos, hasta el mismo estado de ánimo que uno tiene está presente en la relación que tengo con los demás.
Digamos, que el campo de ensayo y de pruebas, está en uno mismo, para que utilicemos los resultados -después-   con los que me rodean. Todo esto lo concreto en estas realidades, utilizando la expresión 'EN LA MEDIDA QUE':
En la medida que me acepte, aceptaré a los demás.
En la medida que me comprenda, comprenderé a los demás.
En la medida que me busque a mí mismo, buscaré a los demás.
En la medida que me encuentre, encontraré a los demás.
En la medida que asuma mi vida, asumiré la vida de los demás.
En la medida que me perdone, perdonaré a los demás.
En la medida que sea alegre, seré alegre con los demás.
En la medida que me ayude, ayudaré a los demás.
En la medida que me preocupe por mí, me preocuparé por los demás.
En la medida que me esfuerce, me esforzaré por los demás.
En la medida que acepte mis crisis, aceptaré las crisis de los demás.
En la medida que me valore, valoraré a los demás.
En la medida que sea optimista en mi vida, seré optimista con los demás
En la medida que sea solidario, favoreceré la solidaridad en los demás.
Claro que en la medida que no me quiera a mí mismo, no querré a los demás.
En la medida que no me acepte, no aceptaré a los demás.
En la medida que no perdone mis errores, no perdonaré los errores de los demás.
Y así podríamos seguir, pero, que cada cual ponga su listado.
Por consiguiente, la clave de todo está, en que la medida que utilice para mí  -y lo planteo en positivo-, será la medida que utilizaré para los demás. Dicho de otra forma no podré hacer nada a los demás, si antes no lo he vivido y experimentado en mi propia persona.
Ya sé que exagero, pero la vida me viene diciendo que damos de lo que tenemos, que es lo único que poseemos y disponemos.
Como dice el evangelio, el árbol da los frutos que tiene.

domingo, 22 de enero de 2017

HAY PAREJAS EN LAS QUE NUNCA TAN CERCA ESTUVIERON TAN LEJOS

Las relaciones humanas son muy complejas. A primera vista, como que todo es muy sencillo. Pero, con el tiempo, van viniendo las complicaciones. Está claro que no somos islas. No podemos vivir solos, necesitamos a los demás para vivir y... sobrevivir. Todo grupo humano tiene su sentido y cubre una serie de necesidades que necesitamos las personas. Pensemos en la familia, en el grupo de amigos, en los compañeros de profesión, en los grupos religiosos, etc., etc.
La satisfacción de conocer a una persona, que te aporta aquello que necesitas para ser feliz, es algo que no tiene precio. Tener a la pareja, al amigo, en quien te puedes desahogar, confiar, reír, llorar,... la verdad, es impagable. Nos necesitamos para realizarnos como personas, para ser felices. ¡Ay del solo! Del ser humano encerrado en sí mismo. ¡Qué infierno!
Sin embargo, es una pena lo que acontece a bastantes hombres y mujeres: Nunca tan cerca, estuvieron tan lejos. Son los desengaños de la vida. Se conocieron, se confiaron, se amaron y terminaron separándose o, en su caso, divorciándose. Parejas rotas, amistades rotas, grupos -de todo tipo- desaparecidos. Estaban cerca, vivían juntos, se rozaban, sonreían, pero se apartaron para siempre.
Y es que la suma de detalles (intrascendentes a veces), echan a perder las relaciones: Los saludos cotidianos ‘que se olvidan’, las miradas ‘que se evitan’, el murmullo de palabras ‘medio dichas’ que apenas se oyen, las escusas ‘rencorosas’para no hacer una cosa necesaria para todos, las justificaciones inventadas que ocultan la realidad,…
Por otro lado, también se da el caso, de aquellas parejas que siguen juntos físicamente, pero, paradójicamente, a kilómetros de distancia. Se aguantan, se desesperan, llegan a pelearse y, sin embargo, por diferentes razones, no les queda más remedio que seguir juntos. La vida se puede hacer insoportable. Pero ahí están.
Es verdad, decía al principio, que las relaciones humanas son complejas, pero no imposibles, tengo que añadir. Los conflictos, los problemas son inevitables. El asunto está en cómo gestionarlos. Nos podemos preguntar: ¿Qué recursos y herramientas cuentan las parejas -por ejemplo- para encauzar sus dificultades? Por su parte, los diferentes grupos humanos, tienen sus tensiones, sus conflictos ¿Saben abordarlos o los falsos respetos guardan las formas?
Creo que en muchas de estas situaciones, lo que ha faltado es tiempo. Tiempo para sincerarse, tiempo para conocerse, tiempo para aceptarse, tiempo para integrar al otro, tal y como es, no como quisiera que fuera... Cuando nos saltamos todos estos tiempos, aún la cercanía más cercana, nos sitúa en la lejanía más lejana. Hay que darse más tiempo, porque así, antes de avanzar en la relación, podemos resituarla y aparcarla, pero sin traumas. En la vida todo es aprendizaje y no podemos pasar de la educación infantil a la universidad.
  

P.D.     También se da lo contrario, nunca tan lejos, estuvieron tan cerca. Personas que viven lejos y mantienen sus lazos y vínculos muy fortalecidos. Y es que cuando se quiere y se pone voluntad, nada hay imposible.

domingo, 15 de enero de 2017

LOS CRISTIANOS: DE LA RUPTURA HISTÓRICA (ESCANDALOSA) AL ÚNICO PUEBLO DE DIOS

Aproximadamente un tercio de la humanidad cree en Jesús, es decir, es cristiana. Numéricamente somos más de 2.250 millones. Y sin embargo, todos los años, del 18 al 25 de enero, tenemos que dedicar una semana de oración por la unidad de los cristianos. Habrá que preguntarse ¿Por qué? Y la respuesta es muy sencilla: los cristianos estamos des-unidos.
Gracias al movimiento ecuménico, creado a principios del siglo pasado, los cristianos estamos dando 'pasitos' para formar, esperemos que de forma definitiva, el "Pueblo de Dios". A lo largo de los 2.000 años que llevamos de historia, se han ido creando las diferentes iglesias, cada una de las cuales, se creía la auténtica poseedora de la verdad del cristianismo, del mensaje de Jesús.
Visto desde fuera esto del cristianismo, es un verdadero escándalo, cuando no da, vergüenza ajena, pues cada una de dichas iglesias profesa solemnemente: que tenemos un Padre común, que todos somos hermanos y hermanas y que el único mandamiento que se nos ha dado ha sido el del amor. ¡Menos mal!
Exagerando un poco, basta echar una ojeada a la historia y cada vez que un grupo de cristianos decidía formar su propia iglesia (Ortodoxos, Protestantes, Anglicanos, Católicos,...) utilizaba el recurso de la violencia y de la guerra "para marcar su territorio".
No sabemos si los motivos eran religiosos y teológicos o económicos y políticos. Pienso que de todo un poco. Pero en todo caso, el grupo o iglesia nueva que se creaba se afirmaba, con bastante frecuencia, desde la violencia. El que esté interesado en profundizar, que recurra a la historia universal y, de forma especial, a la Historia de la Iglesia.
Si traigo estas reflexiones al blog, es porque -como decía más arriba- el día 18 de enero empieza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Esta es una buena iniciativa, pues desde la oración, como los primeros cristianos, podemos conseguir lo que por otros medios no hemos alcanzado. Ya es hora de que dejemos a un lado las guerras de religión (entre cristianos), las inquisiciones para eliminar a los contrarios, las disputas teológicas que han justificado tantas rupturas y violencias,...
El mundo de hoy camina hacia la globalización. Esto quiere decir que entre todos los habitantes del planeta, unos con más influencia que otros, estamos construyendo un orden nuevo, un único mundo, en el que todos los seres humanos seamos ciudadanos de hecho y de derecho. Ésta, también, es una de las razones por la que los cristianos, unidos, aportemos nuestra visión del mundo nuevo que se está gestando.
Y es que tenemos mucho que decir: Que decir y hacer. Pero lo primero de todo, es, que demos testimonio ante los demás hombres y mujeres de otras creencias, incluso sin creencias, de que es posible la unión, que el ser humano pertenece a la misma familia, que basta de fronteras, que es una vergüenza tanta diferencia social entre pobres y ricos, entre mujeres y hombres (todos somos hermanos y hermanas) y que podemos querernos y vivir en paz. !Ojalá!
Si las diferentes iglesias cristianas dan ejemplo y forman la única Iglesia, la del Pueblo de Dios, estaremos contribuyendo a que el mundo se fortalezca en sus vínculos solidarios y fraternales y, entonces, lo de la globalización no se quedará, solamente, en cuestiones económicas y financieras que tantas injusticas siguen generando.

La unión de los cristianos y el diálogo interreligioso, que también se están dando pasos y del que hablaré otro día, tienen que decir mucho en todos estos asuntos.

domingo, 8 de enero de 2017

UN GRAN SÍ A LA VIDA PLENA PARA TODOS



Siguiendo la reflexión de la semana pasado, estamos ante las grandes paradojas de la historia humana. Unas personas defienden unas cosas y otras personas apuestan por las contrarias. Por mi parte, me sitúo en el SÍ a la vida, y rechazo, de plano, el NO a la muerte. Es cuestión de opciones y ésta es la enumeración que se me ocurre:
Sí a la paz duradera. No a la guerra cruel (mejor, a cualquier guerra).
Sí al cariño y la ternura. No al machismo puro y duro.
Sí al respeto y la tolerancia. No a la discriminación y el racismo.
Sí al diálogo constructivo. No a la imposición autoritaria.
Sí a la solidaridad que nos hermana. No a la avaricia y usura neoliberales.
Sí a la indignación por un mundo más justo. No a la indiferencia que nos aísla.
Sí a la sexualidad que humaniza. No al sexo que deshumaniza.
Sí al amor que nos vincula. No al odio que nos separa.
Sí a las medicinas que nos curan. No a las drogas que nos matan.
Sí a la justicia y al derecho. No a las injusticias y los privilegios.
Sí a la amistad gratificante. No a la enemistad que rompe vínculos.

Sí a la familia que nos fortalece. No a la desestructuración familiar.
Sí al compañerismo cooperativo. No a la competencia desleal.
Sí a la fraternidad universal. No a la venganza destructora.
Sí al compartir con los pobres y desfavorecidos. No al egoísmo inhumano.
Sí a la democracia de los pueblos. No a las dictaduras del signo que sean.
Sí a la libertad y la verdad. No a la esclavitud y la mentira.
Sí a la transparencia y coherencia. No a la hipocresía e incoherencia.
Sí a la igualad del hombre y la mujer. No a las castas y desigualdades sociales.
Sí a la libertad de expresión y de creencias. No a los intolerantes y censores.
Sí a la infancia protegida. No a la explotación, vejación y abusos infantiles.
Sí a la igualdad de todos. No a la trata y tráfico de personas blancas o negras.
Sí a una economía al servicio del hombre. No a la economía que discrimina y explota.

Sí a la política del bienestar para todos. No a los políticos corruptos que buscan sus intereses.
Sí a los trabajadores honrados y honestos. No a los chanchullos y economía sumergida.
Sí a las religiones que humanizan. No a las religiones violentas y destructivas.
Sí a los hombres y mujeres que quieren un mundo mejor. No a quiénes van a lo suyo.
Sí a la gran familia humana. No a los nacionalismos miopes.
Sí al perdón y la concordia. No al rencor y 'el ojo por ojo'.
Sí a la buena vecindad. No 'a cada cual a su bola'.
Sí al planeta que es de todos. No a los muros y fronteras.
Sí a la alimentación compartida: No a las personas que se mueren de hambre.
Sí a la responsabilidad personal. No al abuso irresponsable.

Sí a la VIDA. No a la pena de muerte, al aborto, al terrorismo y a la eutanasia.

domingo, 1 de enero de 2017

VIVIMOS TIEMPOS DE CONFUSIÓN Y... DE OPORTUNIDADES



Estamos estrenando un nuevo año y, con él, la caja de los sueños se ha abierto de par en par. No hay conversación que no tenga el color de la esperanza, del que nos habla la canción. Y es que nos resistimos al pesimismo y la resignación al que la realidad nos invita, insistentemente.
Pero sí, son tiempos confusos para todos. En este mundo globalizado que nos ha tocado vivir, la confusión nos envuelve y nos afecta personalmente. El terrorismo llega a nuestras ciudades; las guerras se meten en nuestras casas con el telediario; la violencia de género nos indigna pero no cesa; las religiones nos predican la paz y hacen la guerra; los políticos van a lo suyo, o sea, tener poder y arramplar con lo que puedan, porque hay corruptos de todos los colores; las empresas y bancos van a sus intereses y superávits y les importa poco caiga quien caiga.
No me digan que todo esto no genera confusión en la gente. Para muchas personas la línea entre el bien y el mal está desdibujada. Los valores de los que todo el mundo habla y escribe brillan por su ausencia, como decían los antiguos: Dime de lo que presumes (hablas y escribes) y te diré de lo que careces.  No existen unos criterios comunes -mínimos- asentados para la sociedad plural que vivimos. Todo se cuestiona, se discute,… para que después, cada cual, siga haciendo lo que quiere, aunque para ello se falte al respeto o se ‘machaque’ al otro.
Con la globalización, lo aceptemos o no vivimos en sociedades plurales. La diversidad y pluralidad está en nuestras mismas familias, en los partidos políticos, en las calles y ciudades. Las religiones están presentes, con sus templos, iglesias, mezquitas o sinagogas. Las ideologías se expresan en la variedad de partidos políticos, con sus portavoces, en las tertulias de los medios de comunicación. Hemos pasado en poco tiempo de lo simple a lo complejo, de la homogeneidad social a la heterogeneidad, de tal forma que nos encontramos con muchas maneras de interpretar y de vivir en este  mundo. Sirvan como ejemplos, de todo esto, las diferentes maneras de entender la familia, la educación, la economía o la política.
Y, sin embargo, esta situación es el germen de nuevas oportunidades. Porque hay futuro. Y lo sabemos. De hecho no partimos de cero. La sociedad plural, en el día a día, genera más riquezas y oportunidades, de las que sospechábamos. Las diversas culturas que confluyen no dejan de sorprendernos. Como sabemos una vela -sola- no ilumina la casa, pero muchas velas, aunque sean diferentes, la colman de luz.  
Por consiguiente, lo bueno de todas las personas, compartido con el diálogo y el consenso o respetando nuestras diferencias desde la tolerancia -ahí está la riqueza-, sin duda, construye entre todos el bien común, pues los distintos puntos de vista completan la realidad y nos proporciona a todos una buena convivencia y bienestar.
Por lo demás ya sabemos, desde siempre, que todo esto es posible. Cuántos creyentes de las diferentes religiones, cuántos políticos y profesionales, cuántos agentes sociales, cuántas familias, cuántas asociaciones, cuántas personas viven apostando, en el día a día, por un mundo mejor.
Muchos proyectos que se hacen en común en todos los ámbitos sociales están dando sus buenos resultados. Constatamos que van calando en el tejido social, el trabajo en red de las instituciones, las mismas redes sociales que se comprometen en lo social, los foros interculturales e interreligiosos que van surgiendo, el altruismo de muchas personas a través de las ONGS,… son otros tantos ejemplos de que juntos hacemos posible que el mundo sea mejor para todos.