BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 27 de noviembre de 2016

LA CRUDA REALIDAD: ¿PESIMISTA?

Pensaba hace unos años, que somos herederos del siglo XX. Estamos construyendo nuestro bienestar sobre millones de seres humanos que murieron en las numerosas guerras civiles y mundiales. Las dictaduras de derechas y las dictaduras de izquierdas, tienen en común, que son dictaduras. Las dos son igual de inhumanas y han generado millones de muertes y destrozos, incalculables, en el planeta. Y si añadimos, que en nombre de los nacionalismos o de creencias religiosas, se han sometido y masacrado, en actos terroristas, y con la llamada "limpieza étnica", a millones de seres humanos,... ¡El cuadro no puede ser más desolador!
Me sonrío, cuando la gente de izquierdas, me sigue cantando las bondades de sus idealismos y se creen herederos de lo mejor de la humanidad: "Nosotros somos los progresistas y moralmente somos los perfectos". Simplemente, lamentable.
Me vuelvo a sonreír, cuando la gente de derechas, me sigue narrando que sin ellos la humanidad estaría perdida, ya que son gente de bien y de orden:. "Nosotros con los valores "de siempre" haremos un mundo mejor". Simplemente, lamentable.
Ya, mi sonrisa se alarga, cuando los nacionalistas acérrimos, nos quieren hacer volver a las cavernas, donde la tribu vivía unida y guerreaba con los vecinos. "Nosotros a lo nuestro, a los demás que dios les ampare". Simplemente lamentable.
Y empiezo a reírme, cuando los fieles de algunas religiones, siguen apelando a sus dioses y creencias para someter y tiranizar a sus pueblos, matando a los "herejes": "Nosotros tenemos la verdad que ilumina al mundo". Simplemente lamentable.
El caso es, que cuando voy por la calle y veo a los políticos -todos los políticos- (derechas, izquierdas, nacionalistas,..) llevan sus trajes y corbatas, tienen sus coches de marca, viven en chalets de lujo y, desde luego, dinero no les falta (Hemos visto estos días la declaración de sus bienes). Me pregunto, entonces, ¿En qué se diferencian? Y me respuesta es: en los discursos que tienen, porque luego viven igual.
Todos los días seguimos viendo, en los telediarios, a los muchos sátrapas, tiranos, reyezuelos, dictadores... que machacan y explotan a su pueblo, pero, atención, han sido y son sostenidos (hasta que les interesa-nos interesa) por los que vivimos en el mundo occidental, que desde nuestro neoliberalismo (no nos engañemos, todos vivimos en/de este sistema, aunque lo critiquemos) seguimos expoliando y empobreciendo a los países, del llamado Tercer Mundo, cuyas materias primas, mantienen nuestra sociedad del bienestar. Países pobres de los que vemos y oímos que los hombres y mujeres, ancianos y niños, se mueren de hambre, tienen todo tipo de enfermedades, viven en la miseria,... ¿No se van a escapar y emigrar para venir a nuestras tierras?

¡ESTA ES LA CRUDA REALIDAD! ¡PERO NO LA ÚNICA! 

domingo, 20 de noviembre de 2016

JESÚS DE NAZARET NO VIVIÓ EN UN CONVENTO

Durante treinta años vivió en el pueblo, Nazaret, con su familia. Después dejó su pueblo y los últimos años de su vida fue itinerante, de pueblo en pueblo.
Sabemos que un día le preguntaron a Jesús, que dónde vivía, y la respuesta les dejo boquiabiertos: "Venid y verlo". En otra ocasión, les dijo: "el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza".
Por otro lado, en la época de Jesús, lo más parecido a la vida en un convento, la tenían los esenios, grupo piadoso y religioso que vivían en las cuevas de Qumrán, cerca del Mar Muerto. Pero esta es otra historia. 
Esta reflexión me viene, si les digo la verdad, porque persiste la mentalidad en la Iglesia, de que el mensaje de Jesús es para gente más especializada, para hombres y mujeres que han tenido el privilegio de ser llamados por Dios. Y el pueblo, bueno el pueblo, son los ‘del montón’, meros espectadores. Es verdad que están en el “espectáculo”, pero no son los protagonistas de la obra. En su caso, son los que aplauden o abuchean, 
Todo lo cual contradice lo que nos cuentan los evangelios sobre Jesús. Ya en el capítulo primero, del evangelio de Juan, leemos: ¿De Nazaret puede salir alguien bueno? Con el tiempo le llamarán Maestro, Señor, Hijo de Dios, Mesías, Rey,... Pero esto viene más tarde, tras el Misterio Pascual.
Jesús no vivió en un convento, ni estuvo en un seminario. Jesús no fue Sacerdote, ni Religioso, ni Obispo,… Fue un hombre de pueblo, que vivió con sus paisanos. En una ocasión, nos dice el evangelista Marcos, que se sorprendieron: ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?»
Y, sin embargo, nos empeñamos en ponerlo tan alto, tan alto, que es inaccesible para el común de los mortales. Bueno, no para todos, para la gente selecta de la Iglesia no está tan lejos. Porque Jesús está y vive en sus casas, en sus oratorios, en sus conventos, en sus casas parroquiales o palacios episcopales. Ellos y ellas han sido llamados, han tenido esa suerte, ese privilegio.
Pero Jesús de Nazaret, no vivió encerrado en un convento, más bien, lo que nos cuentan es que anduvo por los caminos, por las plazas de los pueblos, fue a las casas de los ricos y pecadores, a los pueblos y ciudades, estuvo lado del lago, por las montañas, fue de boda, de fiesta con sus amigos,… Vamos que llevo una vida ajetreada, “de puertas a fuera”, no estuvo enclaustrado. Hasta pasaba noches enteras orando en el campo, a la intemperie.
Pero resulta que la gente, los pobres, los pecadores,… las ovejas perdidas, estaban fuera. Y salió a su encuentro. Presiento que su mensaje era para la gente del pueblo, bueno para todos. No creo que estuviera en sus planes, que solo un grupito fuera feliz, porque Dios solo se fijara en ellos, y bueno, la inmensa mayoría que se consuelen viéndoles como a los escogidos y llamados por Dios. Eso sí, alguna migaja les caerá.
Voy a exagerar, a veces da la sensación, de que algunos han secuestrado a Jesús, -me meto en el grupo- que se consideran los elegidos y ven a los demás como los “otros” a los que hay que “encandilar”, pero,… cuidado que no lleguen a mucho más. ¡Ah! también añado, que hay hombres y mujeres que les gusta esta dinámica y situación porque no les compromete y les complica la vida.

Bueno, pues, yo creo que el mensaje de Jesús es para todas las personas. De hecho, menos mal, hay muy buenos seguidores suyos en los conventos, en los pueblos, en los barrios de las ciudades, allá en donde hay mujeres y hombres que se han tomado en serio su Palabra y tratan de vivirla a tope. Dios llama, sin acepción de personas. Y quiere que toda su familia sea feliz.



domingo, 13 de noviembre de 2016

DEL OTOÑO DE LA VIDA Y LOS ABUELOS DE LA PRIMAVERA

En estos últimos días, estoy leyendo mucho sobre la importancia de los abuelos en las familias y la belleza del otoño en el campo con su colorido tan diverso.

Dice, la sabiduría popular, que el vino cuantos más años tiene es de mejor calidad. Por lo visto, se pagan más caras las cosechas vinícolas del siglo XX, que las de este siglo que vivimos. Se ve que el paso de los años deja su impronta y la saben apreciar (y pagar) los buenos entendidos.
El otoño es la estación de la madurez. Ahora se están recogiendo los generosos frutos que los árboles han ido madurando, pacientemente,  desde la primavera. Y no digamos nada del colorido de las hojas, previo a su caída, que nos llenan el paisaje de estampas verdaderamente extraordinarias. Así es el otoño... generoso, espléndido y ornamental.
La vida de las personas se asemeja a las estaciones. En la primavera nacemos, en el verano crecemos, en el otoño maduramos y en el invierno nos vamos. Conocemos culturas en las que las personas mayores, -también se dice de más edad o viejas-, son el centro de la sociedad. Son venerados, son escuchados, se tiene en cuenta su sabiduría y experiencia acumuladas. Hasta hace unos años en mi pueblo, cuando yo era niño, ocurría lo mismo. El caso es que hoy, en mi pueblo, las personas mayores apenas cuentan. Aunque a lo mejor no tengo que ser tan atrevido en mi afirmación.
Los abuelos y abuelas tienen un papel importante en el cuidado y crianza de los nietos. Tal vez la crisis ha contribuido, pero se les ve paseando con el carrito por el parque, llevándolos de la mano por las calles y mirando los escaparates, madrugando para acercarlos a la guardería o al colegio,... digo yo, que con tanto tiempo al lado de sus abuelitos y abuelitas, algo se les 'pegara' a los nietos. Hay una lucha generacional  'de competencias' entre quienes ponen las normas, a los chiquillos, y quienes son más flexibles. Entiendo que el padre y la madre tienen la última palabra, pero,... antes de llegar a la última están las anteriores. El asunto es bastante complejo y discutible.
Con crisis  o sin ella, numerosos profesionales ya en la tercera edad (otro eufemismo), nos comparten sus ideas, su buen hacer, su rica experiencia acumulada, y creo que no podemos mirar para otro lado, o desentendernos de todo lo que nos pueden y están aportando. Sus frutos son muy variados y no los podemos desperdiciar. Por lo demás no se puede estar empezando siempre desde cero, como si lo anterior no valiese para nada. ¡Con lo buenas que están las comidas de la abuela!
Ya sé que con el otoño se caen las hojas. Lo que me lleva a pensar que nuestros mayores, así como recogemos sus frutos, también tenemos que barrer las hojas, que inevitablemente se van cayendo al suelo, porque ya nos les sirven. Sabemos de sus manías, de sus repeticiones de historias, de sus mentalidades ancladas en el pasado, pero toda esa hojarasca no invalida, para nada, la grandeza de una vida vivida y entregada -hasta en sus últimos años- a los demás, empezando por sus seres más queridos.

La sociedad actual, por muy juvenil que se quiera sentir, no puede prescindir del legado de sus mayores. Si prescindimos de su ‘testigo’ en el relevo generacional, me pregunto entonces, que cuándo pasemos el relevo a nuestros hijos ¿qué testigo le pasaremos?

domingo, 6 de noviembre de 2016

VIVIMOS TAN RÁPIDO QUE NO SABOREAMOS LA VIDA

 “Vive rápido, muere joven y tendrás un cadáver bonito”. En una ocasión escuché estos versos y me llamaron tanto la atención que se me quedaron en 'el disco duro'. Lo cierto es que vivimos demasiado rápido y, a mi modo de entender, asimilamos poco. Mejor dicho, saboreamos poco de la vida. La vida, lo único que tenemos y, da la impresión, que no la gobernamos o administramos bien. Vivimos acelerados, incluso, atropelladamente.
En poco tiempo, nos ocurren muchas cosas, y algunas de ellas muy importantes, y sin embargo, no da tiempo a que 'calen', se sedimenten, formen parte de nuestra existencia. Los entendidos dicen que el buen vino, necesita su tiempo y los años le dan más valor. Y resulta que ahora, en poco tiempo, queremos que ya estén las cosas, en su punto, como 'Dios manda'. Pero no les damos el tiempo, suficiente, para que se hagan en su plenitud.
Estamos hablando con alguien, que nos hemos encontrado en la calle, y antes de terminar el saludo, ya hacemos el ademán de irnos y despedirnos: ¡Es que tenemos prisa! Muchas relaciones interpersonales, de pareja -por ejemplo- no han tenido 'su tiempo' para solidificarse. Todo ha ido tan rápido, y tan de prisa que los vínculos se han cogido con alfileres.
No nos tienen que extrañar las conductas de estrés, de ansiedad, de angustia. En todas estas cosas, algo tiene que ver, sin duda, la rapidez con la que vivimos. No le damos tiempo al cuerpo y al espíritu para que se familiarice con lo que estamos viviendo. A nuestro ser más profundo, no llegan las cosas y si llegan, van desdibujadas. Vivimos, con bastante frecuencia, en la superficie de nuestra existencia, y falta la hondura que nos hace madurar con solidez. Las raíces de un árbol le dan alimento, estabilidad, fuerza,... No sé si damos suficiente tiempo a nuestra vida para que esté bien enraizada.
Porque las cosas se pueden hacer de otra forma. En una ocasión, paseando por un barrio, había un grupo de mujeres, en la calle, cantando el bingo, ¡cómo disfrutaban! Da gusto ver a los niños jugar en el parque; a los adolescentes hablar y hablar en sus espacios favoritos; a las personas mayores, sentadas en el banco, repitiendo las historias de siempre. Muchos tenemos la experiencia, gratificante, cuando dedicamos tiempo a pasear, a leer, a escuchar música,... pero sin prisas. Dejar pasar el tiempo, incluso 'perder' el tiempo. Creo que es sano.

¡Ay! Si fuéramos capaces de vivir menos rápido, seguro que nos vendría de perlas y  nos vendría mucho mejor.