BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 26 de enero de 2014

PEQUEÑAS INICIATIVAS Y PEQUEÑOS GESTOS, ESTÁN CAMBIANDO LA SOCIEDAD CIVIL



Cada vez lo dudo menos, el mundo está cambiando... a mejor. Ya sé que me dirán que no se nota mucho. Pero eso no quita que siga cambiando. Naturalmente resalta más lo que calificamos de negativo, pero pienso que, gracias a que en la balanza pesa más la bondad y sobresale el bien, el mundo no es totalmente un caos.
Algunos dirán que me he levantado con buen pie esta mañana. Me imagino que sí, pero como no soy supersticioso,  me aferro a la humilde y sencilla realidad: hay más buena gente que lo contrario, por lo que sus acciones son más numerosas que las contrarias. Cuando hablo de esta manera, suelo poner el ejemplo, de aquella mujer que tiró a su bebé, recién nacido, a la basura; pero el mismo día, hubo miles de mujeres que disfrutaron y gozaron con sus bebés recién nacidos. Apliquen lo de la balanza
Hay muchos hombres y mujeres que por motivos creyentes, ayudan a los demás. Su fe religiosa les compromete a preocuparse por los más débiles y les dedican su tiempo, su dinero y su persona.
Hay muchas mujeres y hombres que por motivos humanos, ayudan a los demás. Su fe en el ser humano les compromete a preocuparse por los más débiles y les dedican su tiempo, su dinero y su persona.
Muchas personas son altruistas, solidarias, benefactoras y les mueven sus valores, sus convicciones, sus creencias. Lo que todas ellas tienen en común es que el ser humano, sobre todo el más indefenso, cuenta mucho en sus vidas. No soportan dejarlos al margen. Por eso les ayudan, están a su lado, les quieren, luchan por recuperarles como personas con su dignidad y sus derechos. Todo eso lo hacen gratuitamente, sin esperar nada a cambio.
En los comedores sociales, hay muchas personas que colaboran, dando de comer a las numerosas personas que acuden.
En las residencias de ancianos, hay muchas mujeres y hombres que dedican un tiempo para acompañar a los ancianos que se encuentran muy solos.
En los centros de inmigrantes, hay muchos hombres y mujeres que ayudan a estas personas a integrarlas en sus sociedades, a facilitarles los trámites de su documentación o buscarles trabajo.
En los hospitales, hay muchos jóvenes que dedican una tarde o mañana del fin de semana para hacer agradable su estancia a los enfermos, sobretodo, a los más pequeños.
En las cárceles, numerosas organizaciones y asociaciones, acompañan a los presos para que no se olviden de que son personas, con su dignidad y derechos.
En los centros de acogida, siempre hay hombres y mujeres que están al lado de las personas que necesitan su compañía, su ayuda cualificada.
En los centros especializados, hay muchas personas que están al lado de los que tienen sida, están enganchados en la droga, necesitan atenciones especiales por su situación.
En numerosos sitios y lugares, siempre encontramos ‘al buen samaritano’ que tiene compasión y echa una mano para dignificar ‘al apaleado’ en el camino de la vida.


domingo, 19 de enero de 2014

LA FAMILIA: LA MÁS VALORADA Y LA MÁS DESCUIDADA


Se nos llena la boca cuando hablamos de la familia, de nuestra familia. En los medios aparecen las situaciones de muchas familias y no siempre son ejemplares. Es sorprendente, cuando se hacen encuestas, que todas coinciden en valorar a la familia como la mejor institución social. Ni la política, ni la religión, ni la economía, ni los sindicatos, ni la escuela, tienen tan buena apreciación.
Ya hemos dicho, en muchas ocasiones, que la familia es fundamental. Que es la base de la sociedad, por lo que debemos mimarla. Una solida familia favorece el bienestar de todos sus miembros y contribuye a mejorar su entorno social. Es modelo para otras familias. Estoy seguro de que todos tenemos ejemplos.
Hoy el núcleo familiar es muy variado. Ya no tenemos un único modelo. Bueno, en realidad nunca ha existido un único modelo. Las diferentes culturas, las distintas religiones han tenido su manera de explicar, definir, y entender a la familia. Incluso en el mundo occidental se ha querido universalizar un tipo de familia, la limitada a los padres y los hijos. Últimamente en notoria crisis.
Estemos o no de acuerdo, la sociedad - cada vez más globalizada - está abierta a diversificar la manera de explicar el concepto de familia. Las legislaciones de los países del mundo son muy  variadas. Tenemos el caso de que una pareja homosexual puede adoptar hijos y se considera una familia. También una madre soltera se constituye como familia, de igual manera que una viuda o viudo, con hijos, se siguen considerando una familia. Y no hablamos de la poligamia o del clan familiar.
En cualquiera de los casos todos se definen como familia y tratan de vivir el sentido de familia. Ahora bien, no todas las familias se preocupan de sus miembros con la misma intensidad que la defienden. En muchas familias los adultos no funcionan y tiene su repercusión y consecuencias en la prole. La infancia queda muy marcada cuando aparecen las separaciones, los divorcios, las rupturas familiares. Los platos rotos los pagan los hijos e hijas.
Hay un sentir generalizado de que en el buen funcionamiento de las familias nos ’jugamos’ mucho. Pero nos quedamos en el mero sentimiento. Tal vez la situación de crisis que vivimos, aunque es una excusa endeble; tal vez tantas ocupaciones y obligaciones ‘extrafamiliares’ en muchos casos necesarias e imprescindibles, como el trabajo; tal vez porque los progenitores no tienen los recursos y herramientas adecuados,… el caso es que muchas familias ‘no están a la altura' de lo que dicen ser.
También añado a la reflexión, la dimensión trascendente o religiosa, que está presente en numerosas familias. Cada tradición o confesión religiosa, tiene sus pautas y orientaciones al respecto, por consiguiente, hablan de la familia a la luz de sus creencias. Pero si me atengo a lo que observo en el cristianismo, lo de la familia cristiana, muy bien definida y valorada en los documentos, sin embargo, en la realidad deja mucho que desear. Para empezar muchas familias cristianas, tal vez, no sabrían explicar su identidad.
En fin, para unos y para otros, me atrevería a indicar unos mínimos, que los máximos ya los pone cada cual. Me agradaría ver en una familia que se favorece el crecimiento de las personas, que se busca el bienestar de sus miembros y que están muy presentes en el espacio familiar, valores como el amor, el diálogo, el perdón, la convivencia, estar juntos, la buena educación,…
Además de valorar bien a la familia, creo que se deben poner los medios para no descuidarla.

domingo, 12 de enero de 2014

57 PERSONAS, 28 PAISES: ¡ES POSIBLE LA FRATERNIDAD HUMANA!

Me encuentro en Roma. Tengo la suerte de vivir con personas de los cinco continentes. Son mi familia durante este mes de enero. Me imagino que cuando volvamos a nuestros países lo seguiremos siendo. Todos pertenecemos a la familia de la Salle, que es una parte de la familia de la Iglesia y, además, miembros de la gran familia humana. ¡Qué nos cuesta asimilar esta verdad!
Mis sobrinos me decían, estas vacaciones, que en realidad estoy en un curso de 'Erasmus', por lo de Italia, claro. Pues eso, formándome un poquito más, que nunca viene mal. Se ve que esto de la formación nunca se acaba, aunque ya vaya uno entrando en años. ¡Cuidado que aún soy joven!
Andamos buscando soluciones para 'arreglar' el mundo. Y mira por donde, estos días, estoy viviendo una de las formas para que un nuevo mundo sea posible. Por las mañanas ya se oyen todos los idiomas que manejamos: Bonjour,   早上好, Good morning, Buongiorno, Bom dia, सुप्रभात, Guten Morgen  y صباح الخير… nos sonreímos y todas las barreras, fronteras, vallas, se derrumban ¡Ya era hora!
Hombres y mujeres, tan diferentes en razas y lenguas, estamos haciendo un esfuerzo por entendernos, empeñarnos en llevarnos bien, procurando convivir a gusto. Muchas veces no nos entendemos, pero hay un ‘algo’ que nos hace captar lo esencial. Bueno, siempre al lado hay alguien que sabe el otro idioma y te precisa más las cosas. (Que todo hay que decirlo).
El encuentro es de formación. Estamos reflexionando sobre temas muy relacionados con la sociabilidad del ser humano.  Lo miremos desde lo miremos, no somos islas.  Necesitamos de los demás para ser nosotros mismos. Palabras como familia, unión, comunidad, agrupación, asociación,  congregación, comunión, colectividad , corporación, grupo, pueblo de Dios, comunicación, sociedad,… están muy presentes en el contexto que nos encontramos. Y llevamos una semana.
Pero lo más importante es la convivencia. Ya desde la presentación del primer día y en los tiempos que van apareciendo la convivencia y el buen entendimiento son la tónica de nuestras relaciones. No importa de dónde eres. Eres de la familia y el trato es de hermanos y hermanas ‘que llevamos muchos tiempo sin vernos’ y nos alegramos de encontrarnos. Nos interesamos por lo que cada cual hace, por cómo van las cosas por sus centros y ciudades. Queremos saber más, conocer a los otros, alegrarnos de su presencia.
Por cierto, no crean que para estas cosas haya que venir a Roma. Allá en donde vivimos, tenemos vecinos extranjeros. Seguro que nos encontramos inmigrantes en la calle. No es raro estar en la cola de los supermercados con personas de otras razas, diferentes lenguas y distintas creencias. Es cuestión de proponérselo pero también se puede saludar, charlar, interesarse por las cosas comunes que todos tenemos, tal vez por sus problemas o cómo le van sus vidas. Incluso, si me apuran, si necesitan ayuda. De seguro que nos sonreímos y todas las barreras, fronteras, vallas, se derrumban. Hagan la prueba.
Creo que Roma está siendo una buena Esquina del encuentro.

domingo, 5 de enero de 2014

SI QUIERES CAMBIAR EL MUNDO EMPIEZA POR TI MISMO


En el ambiente se palpan las ganas y deseos de que, el nuevo año, nos traiga lo mejor para todos. Ya sabemos cómo están las cosas. Hemos constatado lo que funciona bien y lo que marcha mal. De forma que empezando por uno mismo, siguiendo por la familia y continuando con el mundo que nos rodea, sabríamos decir todo lo que nos humaniza y hace felices y, también, todo lo que aún es mejorable en esta vida.
Este año, 2014, a mí me suena bien. Y como todos los años, con él, nos vienen nuevas oportunidades y buenos propósitos. En estos días, las entrevistas de los medios de comunicación social, giran en torno a la pregunta: ¿qué deseas para este año? De una forma u otra las respuestas se parecen. En el fondo, se repiten dos ideas que algunas personas las logran formular con mucha claridad. Yo estoy de acuerdo con ellas. Veamos.
En primer lugar, nos duele que el mundo esté cada vez peor. Se ve que somos conscientes de lo mal que lo pasa mucha gente, de las dificultades que hay en otros países, y sus problemas, nos tocan el corazón y la conciencia. Por eso surgen las ayudas que, de una u otra forma, pretenden aliviar las vidas de los más desfavorecidos.  Aunque algunos no se quedan aquí y dan el salto a la denuncia del sistema que ha generado este mundo tan injusto, tan dividido y tan inhumano. Hasta ven la necesidad de salir a la calle para decirlo, o bien, utilizar las redes sociales.
En segundo lugar, la respuesta se centra en uno mismo. Se viene a desear que se mejore la propia calidad de vida, y que le vayan a uno bien las cosas.  Pero hay gente que profundiza un poquito más y añade, que para este año, tendría que dedicarse más tiempo. Señalan la necesidad de reflexionar sobre uno mismo, de hacer una autocrítica de su vida, es muy fácil ver la maldad de los demás. Ya se sabe que no vivimos solos, pero es importante tener espacios personales para pensar y meditar sobre el propio crecimiento personal, aunque eso suponga corregir y cambiar conductas, que para nada son edificantes.
Tenemos la oportunidad de demostrar lo que valemos. Y este año es una buena ocasión para manifestarlo. No somos ilusos, sabemos donde vivimos, en la situación de crisis en la que nos encontramos. A todos, de alguna forma, nos afecta esta realidad, de ahí que nos demos la posibilidad de sacar lo mejor que tenemos y lo activemos para el bien de uno mismo y para el de los demás.
Si queremos cambiar el mundo empecemos por nosotros mismos. No olvidemos que nosotros formamos parte del mundo que consideramos tan mal, tan injusto, tan egoísta, tan violento, tan vengativo, tan mentiroso, tan explotador,… No somos ajenos, con nuestras vidas y con nuestras conductas, a la deshumanización y maldad de la que tanto hablamos.
A lo mejor si me comprometo a cambiar aquello que chirria en mi vida y que molesta o perjudica a los demás, empieza a cambiar –un poquito-  el mundo. No se notará mucho, pero menos es nada. Y si nos pusiéramos de acuerdo unos cuantos, a lo mejor iríamos creando un tejido social en el que se fuera viendo que otro mundo es posible.