BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 26 de mayo de 2013

HIJOS de P. (PADRE) y de M. (MADRE)

Para echarse las manos a la cabeza. En dos días -48 horas- cuatro mujeres muertas a manos de su pareja. (Eufemismo periodístico) Uno no se explica que viviendo en el siglo XXI y en nuestro mundo occidental, con una sólida cultura grecolatina y judeocristiana, con librepensadores y ateos de alto nivel intelectual, con revoluciones recientes que pretendían liberar al ser humano, con el acervo de principios y valores que entre todos hemos ido definiendo y proclamando por todo el mundo, terminemos la crónica de una semana, del mes de mayo, con muertes tan crueles y sin sentido.
Mis primeras palabras sean de reconocimiento por las cuatro mujeres, mis hermanas, que han tenido la mala suerte de vivir con cuatro 'malnacidos'. Me uno a los familiares que de verdad han sentido tan cruel y brutal separación. Ya no están entre ellos. Ya no están entre nosotros.
Las circunstancias de la vida me han hecho conocer a personas que se mueven en este contexto de violencia intrafamiliar.  Nadie se merece la muerte y, menos, que la maten. Pero si la muerte es lo que aquí estamos lamentando, no quiero pensar en el calvario que han vivido, las cuatro mujeres, hasta llegar a ella. Seguro que ha sido horroroso y de espectadores, sufrientes, sus hijos e hijas. Una experiencia que les marcará para toda la vida.
Somos una sociedad hipócrita y que nos gusta mirar a otro lado para no complicarnos la vida. Que nadie me diga que los padres y las madres, de los cuatro hombres asesinos, no sabían nada. No me creo que sus hermanos y hermanas, sus tíos y primos, tampoco conocían la conducta de estos cuatro matones. Que no me cuenten historias sus amistades y vecinos, de lo buenos que eran estos cuatro sinvergüenzas y que les ha sorprendido el fatal desenlace.
Parecería, que aquí nadie ha visto la forma de tratarlas en público, la manera de reírse de ellas, de hacer chistes sobre ellas, de ridiculizarlas y acomplejarlas, de pisotear su autoestima. Además de ciegos, sordos. ¿Por qué somos así? ¿Por qué consentimos? ¿Por qué nos hacemos indiferentes? ¿Por qué callamos, ante las evidencias? ¿Tenemos miedo?
No quiero pensar, que ya nos hemos acostumbrado a las estadísticas: "este año solo han muerto por violencia de género 75 mujeres". El año que viene ya veremos... Pienso que esto de la violencia de género es un mal endémico de toda la sociedad. Y aunque mueren más mujeres, los hombres también la sufren. En este asunto, es una equivocación mirar a los jueces, a los políticos de turno, a la policía, a los mediadores sociales, como si fueran los que tienen que solucionar el problema.
Hay que ser más finos y consecuentes en el análisis. Claro que son necesarios los agentes sociales, pero el mayor peso y responsabilidad recae y está, a mi modo de ver, en la familia, la escuela, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo,... que, en definitiva, son los más cercanos y los que viven y se relacionan, en el día a día, con tales sujetos.
Digo yo, que no es necesario esperar al 25 de noviembre, día internacional de la violencia de género, para pensar y decir estas cosas.




domingo, 19 de mayo de 2013

EL BAUTIZO DE VEGA, UN FELIZ ENCUENTRO FAMILIAR

Vega, con tres meses de edad, ha conseguido movilizar a toda su familia. No hemos escatimado las distancias ni los kilómetros. Vega nos esperaba con su mamá, su papá y su hermanita; juntos, nos daban la bienvenida al resto de la familia: Abuelos, tíos y primos. Un encuentro muy entrañable.
El nacimiento de una persona, sin duda, es un acontecimiento familiar muy importante. Todo son parabienes y buenos deseos. La familia aumenta, el futuro se afianza y la alegría se desborda con el nuevo retoño. El nacimiento es la ocasión para volver a renacer todos. Hay una vuelta a las propias raíces. La mera presencia, en su cunita, con sus sonrisas y lloros, nos llena, a la vez,  de recuerdos, de gozos y esperanzas.
El sábado le dábamos la bienvenida, toda la familia, a Vega. Ella era el motivo de tantos saludos, abrazos y besos, manifestaciones, sin duda, de los lazos que nos unen y de la alegría de volvernos a ver. Este ambiente tan afectuoso, se llenaba de colorido con las ropas de fiesta, los regalos, la comida,... todo, contribuyendo a la acogida y satisfacción de tener un miembro más en la familia.
Ahora bien, el nacimiento de Vega, es todo un reto para la familia.  Sus oidos, sus ojos, su tacto, todos sus sentidos, están estrenándose y tienen la avidez de lo nuevo. Como una esponja, todo lo van absorbiendo. Claro que la familia le va a procurar todo lo que esté de su mano, para que no le falte de nada; pero, si lo material es imprescindible, el trasunto de la vida con sus valores, con sus cualidades y defectos, con sus enfados y felicitaciones, con sus risas y llantos, también los va a estar percibiendo y los va a utilizar para ir reconociéndose y creciendo como persona. Dicen, los entendidos, que los primeros meses son fundamentales para estos asuntos. Ya sabemos que la buena educación empieza su andadura desde el hospital.
Otra dimensión que se añade al nacimiento es la religiosa, si la familia aumenta y es motivo de alegría, también, la familia cristiana, se ve bendecida. El bautismo, en su sentido más hondo, nos ayuda a entender y ser más conscientes, de la gran fraternidad de la familia humana. Vega, con tres meses, claro que no se da cuenta, pero las personas adultas que la acompañábamos teníamos la ocasión de recordar y renovar, nuestras creencias.
El bautismo abre las puertas a la casa de Dios. ¡Pero, atención! la casa de Dios no es cualquier casa. Aunque las puertas están siempre abiertas, para entrar y salir, sabemos que no es oro todo lo que reluce. Si es verdad que hay mucha gente que la hace acogedora, no es menos cierto, que no faltan los que espantan  al personal. Como se viene diciendo: "Hay de todo en la viña del Señor". No obstante, la familia de Dios, en la que yo creo, es una oportunidad y espacio de paz, de amor, de libertad, de solidaridad, de compartir, de alegría, de amistad, entre los hermanos y hermanas que se quieren y se desean lo mejor. A esta casa y familia es a la que entró, por primera vez, Vega al bautizarse.
En fin, como todo lo bueno se acaba, la fiesta del bautizo también concluyó, y cada cual volvió a sus quehaceres, rutinas, a sus costumbres, a sus tareas. Eso sí, romper la monotonía cotidiana, y en este venturoso caso, por Vega, sin duda es una forma de motivarse y retomar la vida con más ilusión y ganas de vivir.
¡Enhorabuena!

domingo, 12 de mayo de 2013

FAMILIAS DE CARTÓN PIEDRA



Esto que les cuento ocurrió, como casi siempre sucede, en una barriada pobre. Después de varios intentos fallidos, una familia accedió a franquearme sus puertas. En un principio todo eran pegas, pero, al final, logré granjearme su confianza.
El padre estaba en paro y, aunque no tenía ninguna cualificación laboral, con sus trapicheos y chapuzas iba juntando unos euros para financiar su bebida y dar un mínimo soporte económico a la familia; bueno,  y como él decía, la droga del barrio alguien tendrá que venderla... Como las ganancias no alcanzaban para cubrir los gastos de toda la familia, la madre tenía que hacer algunos favores sexuales, con los que se completaba la economía familiar y así, a trancas y barrancas, iban sacando adelante  a los hijos que habían ido llegando al hogar.
Como es lógico, ni el padre ni la madre tenían tiempo para estar pendientes de los hijos. Por suerte, la hija mayor, de 13 años, atendía a sus hermanos más pequeños. Claro que, dentro de sus limitaciones, lo hacía a su manera. La constante escasez de recursos personales y materiales generaba  un  ambiente crispado, nada propicio para la convivencia y la educación.
Mucha de la comida y de la ropa que conseguían les llegaba de instituciones benéficas que habían reconocido a esta familia como muy necesitada. Aún así, mal comían y mal vestían. La hermana mayor, dentro de su edad, de su disponibilidad y de su escasa preparación, aseguraba los mínimos de supervivencia de los pequeños, que no era poco. 
Por lo demás, estas ocupaciones la tenían alejada de la escuela aunque estaba en edad escolar. Tampoco sus hermanitos eran muy asiduos al colegio: mientras se levantaban o hacían que se levantaban, se medio aseaban, se entretenían con la televisión o la videoconsola, o se sentían atrapados por el  variado y rico mundillo de la calle, no llegaban a ser asiduos asistentes a las aulas. Además su padre, cuando estaba en casa, se encargaba de repetirles -hasta la saciedad- que la escuela no les daría para vivir y que era una pérdida de tiempo. Él mismo se ponía como modelo, en este sentido.
La madre, como solía trabajar por la noche, apenas estaba con sus hijos, pues el día era para dormir. Le molestaba especialmente que la despertaran los gritos y las peleas de los muchachos, que eran habituales y por cualquier motivo, especialmente  cuando el mayor de los varones, 12 años, pretendía hacerse con el mando del televisor al que se sentía con más derechos que los demás; entonces, la madre,  malhumorada,  tomaba cartas en el asunto con ayuda de la zapatilla.
Este ambiente hogareño, se complicaba aún más con las ocasionales palizas que el progenitor de la familia propinaba a cualquiera de ellos o de ellas, incluida la mamá: Las manifestaciones violentas eran especialmente temibles cuando el cabeza de familia llegaba a casa borracho, cosa que sucedía con frecuencia. Nadie escapaba a sus mamporros y todos le tenían miedo; pero, en su calidad cabeza de familia, se aceptaba con cierta normalidad que tuviera derecho a tales prácticas, más aceptadas por el miedo que por otro tipo de justificaciones de falsa autoridad.
Así y todo, y vuelvo al principio, me abrieron las puertas de su hogar, más que nada, porque, a pesar de las prevenciones iniciales,  veían en mi cercanía la posibilidad de otra fuente de ingresos,  para cubrir sus necesidades.
Reconocía yo que no era este el mejor procedimiento para conseguir cambios, pero me preocupaban más el abandono y negligencia en que vivían los niños y, por ello, claudicaba con esta práctica limosnera, que en el fondo, no sirve sino para mantener y a veces reforzar este tipo de situaciones insostenibles, pues, los padres se sienten aliviados y se desentienden de sus responsabilidades pensando que ya las instituciones sociales se ocuparán de seguir dando soluciones. Además, dicen con la mayor naturalidad del mundo, ¿para qué preocuparse o molestarse? Todo es cuestión de tiempo, a medida de que los hijos se van haciendo mayores, tan pronto como pueden, vuelan  de la casa. Eso sí, con la cruda certeza de que reproducirán la misma historia allá adonde lleguen. 
El guión tradicional de este prototipo de familia se mantiene vivo, de abuelos a nietos; es como un círculo, en este caso viciado, que se repite y se transmite de generación en generación. Así que, a veces me pregunto: ¿Me hubiera ocurrido a mí lo mismo de haber nacido en este ambiente familiar?
No obstante, mi gran pregunta es si tal círculo fatídico se puede romper de una vez por todas. Este era el interrogante que me proponía responder al hacerme huésped de tan peculiar familia. Por cierto lo de familias de cartón piedra, creo, que también están en en otras barriadas de la ciudad.

domingo, 5 de mayo de 2013

DE LA ALEGRÍA Y EL COLORIDO DE LA PRIMAVERA


Rosa era el nombre de mi madre. Recuerdo que en el patio de la casa, del pueblo, tenía un rosal del que estaba muy orgullosa por la cantidad de rosas que tenía, por lo bien que olían y porque, hasta el mes de noviembre, no dejaba de embellecer el lugar. Hoy, que se celebra el día de la madre, me han venido estos recuerdos y me sirven de introducción para las palabras que siguen
¡Que estamos en primavera! Ya sé que con el tiempo tan alterado, parece que aún no ha llegado, pero..., miren los campos, los jardines, los parques y los balcones adornados con sus floridas macetas. ¡Que sí! ¡Que nos envuelve la primavera! Es el tiempo del exuberante colorido de las flores, del derroche de olores a jazmines y naranjos florecidos. Hasta las amapolas del campo reclaman su atención cuando vas por la carretera en el coche. ¡Qué nos cuesta recrearnos y admirar la naturaleza!
Ya sabemos que con la primavera vienen las alergias y se pasa por momentos desagradables, pero la primavera nos trae la vida, su colorido, sus olores, nos llenan de alegría. Con la primavera, a nuestro lado, tendríamos que quitarnos las gafas oscuras que no nos dejan ver la belleza de las personas, de la naturaleza en su conjunto. ¿Dónde está la papelera para echar tanta basura que nos agobia? Nos merecemos una mirada gozosa, entusiasta, positiva y optimista de la vida. Estamos tan acostumbrados a lo sombrío, a los problemas y dificultades, que nos acarrea la misma vida, que perdemos la capacidad de admirarnos por las florecillas que casi vamos pisando, sin darnos cuenta, en los tránsitos que hacemos a diario.
Uno de los placeres matutinos, cuando me levanto, es la sinfonía del trinar de los pájaros que me entra por la ventana. Me gusta madrugar. Me gusta escuchar a los pájaros. Parece que te animan a vivir el día de forma diferente. Pasear, en el amanecer, tiene su encanto. Parece que todo está como 'virgen'. Está casi ausente la contaminación en las calles, no hay tantos ruidos, a las personas que te encuentras nos se les nota tan estresada. Saborear estos momentos al alba del día es una delicia. Parece que el mundo es de otra manera. Y no digamos si tienes la suerte de ir al campo, a la montaña, o a pasear a la vera del mar. El tiempo parece que se detiene y hasta el aire que respiras te sabe de otra manera.
Creo que hablamos poco de estas cosas tan gratuitas. Somos tan prosaicos, tan prácticos, tan realistas,... que el lenguaje poético, la dimensión 'primaveral' de la vida, nos parece cursi, cosa del romanticismo de la adolescencia y, claro, así nos va. La misma naturaleza nos enseña, con sus estaciones, que la primavera nos trae la vida, nos llena de su colorido, impregna de buenos olores el ambiente. Creo que es bueno, disfrutar, gozar, dejarnos embargar por todo lo que de primavera hay en nuestra existencia.
En la vida hay que tener un rosal para resaltar lo bonito, la belleza y lo agradable que nos vamos encontrando en el transcurso de los años. ¡Disfrutemos de la primavera!

Te invito a escuchar la canción, de Lole y Manuel: Todo es de color

http://youtu.be/vYaFR7w5aT4