BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 28 de abril de 2013

1º DE MAYO, DÍA DEL TRABAJO: SINDICATOS SÍ, SINDICALISTAS NO.

Celebrar el día del trabajo, con más de seis millones en paro, resulta bastante embarazoso. Adelanto que no estoy muy metido en los asuntos del sindicalismo, pero entiendo, que los sindicatos tienen suficiente entidad e importancia, en nuestra sociedad, como para que le dediquemos un ratito. Dice el diccionario de la Real Academia que el sindicato es una "Asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros". Se puede decir que en los llamados gremios, que se remontan a la Edad Media, está una de las raíces de los sindicatos actuales. Si bien, aparecen de forma sistemática a partir de la industrialización que surge en la Inglaterra del siglo XVIII.
Hay que agradecer a los sindicatos todo lo que han conseguido desde sus orígenes. Gracias a los sindicatos, en su oposición al capitalismo, no lo olvidemos, se consiguió eliminar: las prolongadas jornadas de trabajo (hasta 16 horas), el empleo infantil (hasta con 6 añitos), la abusiva remuneración al trabajo de la mujer, las deficientes e insalubres fábricas, el hacinamiento en las mismas, los despidos sin indemnización,... Es verdad que en los países ricos todo esto se ha conseguido, y que en los países pobres está por conseguir, pero fueron los sindicatos los que avanzaron en los derechos de los trabajadores y gracias a ellos se avanzó y progresó en el bienestar general de la sociedad. La historia no hay que olvidarla.
Otra cosa distinta es preguntarse si en la actualidad, los sindicatos, están dando respuestas a los problemas que siguen teniendo los trabajadores y trabajadoras de hoy, tanto en los países pobres como en los ricos. No olvidemos que vivimos la globalización. Me temo que dejan mucho que desear.
Desde mi punto de vista se 'han vendido al capital', es decir, al neoliberalismo reinante de los últimos tiempos, al mismo que le ganaron, la batalla, en sus orígenes. Algo así, como que han preferido "el plato de lentejas" que les han dado,  a cambio de estar 'calladitos' y que dejen la calle tranquila. Han aceptado 'el pesebre' y ha surgido un sindicalismo de élites, muy distantes de la realidad y problemática de los trabajadores 'de a pie'. Demasiadas subvenciones han acostumbrado, a los sindicalistas de turno, 'a comer de la mano de su amo' y no cumplir, así, con las obligaciones de su misión. Igual con las cuotas de los afiliados serían más independientes.
Los sindicatos han derivado en una casta de profesionales, de oficinistas -de chaqueta y corbata-, muy alejados del día a día, del mundo del trabajo. Hay mucho liberado, que ya no se acuerda de la rutina de fichar por la mañana e irse a su casa, después de las ocho horas de trabajo.
Con estos sindicatos, el neoliberalismo, el nuevo capitalismo (también China, aunque dice que es comunista, se encuentra en estos asuntos) está retrocediendo a sus prácticas del siglo XVIII y XIX. Como ejemplo tenemos lo ocurrido, esta semana, en Bangladesh, con la fábrica de textil y en la que han muerto más de 370 personas. Las empresas que están detrás de este desastre son Primark, Matalan y la española Mango. Un industrial español está implicado. El mundo globalizado está ahí y los sindicatos tienen su papel.
Personalmente, y termino, me he preguntado ¿por qué estos años cuando pasábamos de uno a dos millones, de tres a cuatro millones, de cinco a seis millones de desempleados, los sindicatos han estado tan callados? Necesitamos en la actualidad a los sindicatos, pero se tienen que reinventar, tienen que saber leer, críticamente, lo que está pasando en el mundo laboral y, de la crisis que están pasando, renacer a los nuevos tiempos con nuevas soluciones, a los problemas del mundo de hoy, digamos que, los modos de hacer del siglo XIX ya no sirven.

domingo, 21 de abril de 2013

LAS PRIMERAS COMUNIONES ¿SÍMBOLO CONSUMISTA?



La Primera Comunión es un negocio y , a la vez, una ruina. Al menos para muchas familias. No hace muchos años, era la respuesta preferida para indicar que había sido el día más feliz de su vida. Concretar las razones, de tal afirmación, no era tan simple. Aparecía de todo. En cualquier caso, llevo muchos años pensando, que la Primera Comunión, está más relacionada con un acto social, que con su origen religioso. Muchas familias llevan a sus hijos e hijas a la Iglesia, no tanto por su fervor o convicción religiosa, cuanto porque le toca hacerla, pues, les corresponde por la edad... ¡La costumbre social pesa mucho! Nos lo recuerdan los escaparates de las tiendas.
Año tras año, aparecen las mismas situaciones: Peleas por las familias por tener la fecha adecuada y, de esa manera, apalabrar el restaurante dado que es mucha la competencia; tener las invitaciones con suficiente adelanto para que no haya conflictos con la familia y las amistades; buscar los regalos apropiados, aunque ahora con las nuevas tecnologías, esto casi esta resuelto. Y todo esto es dinero, mucho dinero y al contado. Conozco familias que han quedado, casi, arruinadas, con esto de la Primera Comunión. Por la ostentación de un día, pasan 'estrecheces' -muy básicas- durante mucho tiempo. ¿Hay necesidad?
 La sociedad consumista, sin duda, descubrió una 'buena veta' con este evento religioso. Si su origen tenía un significado religioso, éste, ha quedado olvidado. Es verdad que llevan mucho tiempo algunas Parroquias e Instituciones Religiosas, por ejemplo, la Escuela Católica, tratando de poner las cosas en su sitio, pero ir contracorriente no es cómodo. Sobre todo, si parte de la Jerarquía eclesiástica, pone el acento en que esos días se llenan las Iglesias, aumentan las estadísticas y parece que crece la práctica sacramental. Por otro lado, ni siquiera muchas familias tienen interés por la motivación religiosa del acto, lo que desean es pasar, cuanto antes, por el trance de la Primera Comunión, y ya está.
Desde luego desde el punto de vista económico, es todo un éxito. Se mueven muchos euros durante estas fechas. Se llenan los restaurantes, se compran ropas apropiadas. Las tiendas de regalos hacen el agosto, aunque estemos en mayo. No ven como la religión sirve para algo. ¡Una pena!
Siempre he planteado, cuando he tenido la ocasión, que la Primera Comunión es la oportunidad para reiniciar la Nueva Evangelización en el ámbito de la familia. No hay que olvidar que son las familias las que solicitan esta celebración religiosa para sus hijos. Fíjense: Con las catequesis familiares, la formación de los Catequistas y el inicio de la presentación de la fe para los niños, sin la menor duda, se avanzaría en este terreno de la evangelización. Ahora bien, ¿Está dispuesta la Iglesia jerárquica a tomar esta línea? ¿Está convencida la familia a realizar este camino? ¿Tienen el compromiso los catequistas a realizar dicho proceso formativo?
Estos pueden ser algunos de los retos que, con este asunto de las Primeras Comuniones, se podía plantear la Iglesia, Pueblo de Dios.





domingo, 14 de abril de 2013

NI LO SAGRADO, NI LO PROFANO -SOLO- LA VIDA MISMA


Si nos fijamos bien en los dualismos que empleamos, uno de los términos sale perdiendo y se le identifica, en ocasiones, con lo negativo. Por ejemplo, bien-mal, amor-odio, belleza-fealdad, rico-pobre, día-noche, guerra-paz, norte-sur, listo-tonto, libertad-esclavitud, justicia-injusticia,... SAGRADO-PROFANO. Hoy, me voy a detener en estas dos palabras -relacionadas con el hecho religioso- y el daño que han hecho (las dos) al cristianismo.
Para empezar, veamos lo que nos dice, el Diccionario de la Real Academia:
1. Sagrado: Digno de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad.
2. Profano: Que no es sagrado ni sirve a usos sagrados, sino puramente secular.
Y ahora, paso a los comentarios sabiendo que, el corto espacio del blog, no es suficiente para abordar este asunto tan importante. Por consiguiente, iré apuntando reflexiones que necesitarían mucha más atención y precisión. 
Nos han tenido engañados. Esto de lo sagrado y profano, al final, me suena a discriminar y segregar a la gente por su condición de 'sagrada' o por su condición de 'profana'. En el mundo de las religiones se habla de personas sagradas, de tiempos y fiestas sagradas, de espacios sagrados, de arte sagrado,...Si lo aplicamos al cristianismo tenemos: Personas sagradas (Papa, obispos, curas, frailes, monjas,...); tiempos sagrados (Navidad, Semana Santa, Pascua...); espacios sagrados (Catedral, iglesia, ermita convento,...); arte sagrado (Capilla Sixtina, la Virgen del Rocío, el Cristo de Velázquez,...)  De aquí se sigue, que el resto de las personas, fiestas, espacios y arte, son profanas, es decir, "Que no son sagrados ni sirven a usos sagrados". 
Como consecuencia de este planteamiento, en la realidad de la Iglesia, también del siglo XXI, sigue habiendo personas de primer nivel y personas de segundo nivel. Sigue habiendo personas religiosas porque van a misa, viven en conventos, llevan ropas diferentes, en fin, viven en el contexto de lo sagrado; pero, también, hay personas que no son muy religiosas porque no practican las celebraciones religiosas, ni van a las iglesias,... porque viven en el contexto de lo profano. Como si hubiera unas vocaciones de más categoria que otras.
El cristianismo, a mi modo de entender, no se identifica con esta manera de hablar. No hay cristianos de primera y cristianos de segunda. Cristianos y cristianas que, por relacionarse 'con lo sagrado' son muy importantes y se les debe más respeto y, por otro lado, cristianas y cristianos, que por estar relacionados con los profano (con el siglo, con el mundo) son menos importantes y no se les 'debe' tanto respeto. ¡Ya está bien!
Para mí, que esto de ser cristiano, no tiene que ver con 'personas, tiempos, espacios,... sagrados'. Si uno lee el evangelio, la Misión de Jesús, se llevó a cabo en las calles, en las plazas, en las bodas, en el campo, en la barca de los pescadores, con los problemas de la gente, curando a los enfermos en los caminos,... naturalmente, que iba a las sinagogas y al templo, y celebraba la Pascua judía, y hablaba con los sacerdotes, pero, también iba a la casa de los banqueros, los descreídos, de sus amigos,... En fin, les invito a leer los evangelios y lo comprobarán.
Y es que tan cristiano es ir a una celebración a la iglesia, como criar a los hijos en la casa. Tan cristiano es cuidar a los abuelos que están solos, como ir a una procesión de la Virgen Macarena. Tan cristiano es el Papa con su quehacer en la diócesis de Roma, como el mecánico arreglando coches en el taller. Tan cristiano es una eucaristía con la comunidad, como preparar la comida para la familia. Tan cristiano es... pueden añadir más ejemplos. Ya está bien de discriminar a la gente. Ya está bien de considerarse mejor que los demás. Ya está bien de tantas jerarquías, eminencias, ilustrísimos,... y el resto, bueno, Dios en su gran misericordia los acogerá en su seno. ¡Pobrecillos!
En la Iglesia, todos somos Hijos de Dios. Todos somos iguales. Todos somos hermanos. Nadie está por encima de nadie. Y si estás en un convento o en tu casa, o si estás de barrendero o en la Iglesia, de igual manera, estás viviendo tu fe cristiana.  
Es en la vida cotidiana, en donde nos jugamos nuestra realidad de seguidores y seguidoras de Jesús.

domingo, 7 de abril de 2013

CALOR EN LA NOCHE, 10 AÑOS CON LOS 'SIN TECHO'



Vivimos en un mundo injusto. Hay mucha gente que se conforma con su  situación. Existen hombres y mujeres que no les falta de nada, aunque son una minoría. Hay otro grupo de personas que viven sin muchas estrecheces. Pero sabemos que muchos seres humanos viven por debajo de su dignidad como personas.  Basta asomarse a los MCS para constatar esta injusticia social. Me pregunto hasta que punto somos responsables de nuestras vidas, aún más, hasta qué punto somos responsables de la vida de los demás.
Han pasado los años y sigo recordando un lema, de Manos Unidas, que me hizo pensar mucho y que lo cito cuando se presenta la ocasión: “Tu indiferencia te hace cómplice”. Sin embargo, hoy, con la buena gente que me acompaña, con ustedes, este lema no tiene sentido.
Habéis pateado las calles de Cádiz, os  habéis quitado las “gafas oscuras”  y habéis descubierto una realidad social que os ha incomodado, os ha interpelado y, al final, ha roto vuestra indiferencia. Cabe preguntarse por el motivo de esta decisión y, desde luego, las respuestas serán variadas y todas muy respetables. Lo importante es que la decisión de participar en las actividades de la Asociación, Calor en la noche, a todos sus asociados y voluntarios les une el mismo fin: Estar con los ‘sin techo’, acompañar a los marginados de la noche, ayudar a los excluidos de la sociedad gaditana. En definitiva, no ser indiferentes con las personas que están tiradas en la calle.
No obstante, me gustaría echar una mirada a los orígenes de Calor en la noche. Estamos en su décimo aniversario.  Y es necesario recordar su historia, sus raíces. Todo este asunto tiene que ver con un grupo cristiano, muchos de sus miembros matrimonios y lasalianos de toda la vida, que siguieron profundizando en su fe y que, en su caminar, se constituyeron en comunidad cristiana lasaliana. Creo que se han puesto un nombre y se hacen llamar Nicodemo, Comunidad  Nicodemo. No se entiende Calor en la noche, sin estas personas que han ido viviendo su fe, hasta el punto, de comprometerse con las personas que viven en la calle. Si Juan Bautista de la Salle les ha llevado de la mano, durante estos años, ha sido su fe en el Dios de Jesús, que nunca se olvida de sus hijos más necesitados, la que ha motivado la opción de salir al callejero gaditano, para ayudar a sus hermanos más desfavorecidos.
La parábola del Evangelio de  Mateo, llamada del juicio final, les tocó su corazón: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estaba en la cárcel y en el hospital y fuiste a verme, era extranjero y me acogiste”. Diez años haciendo realidad esta parábola, que ya no es una historia del evangelio, es la vida misma, en los hombres y mujeres, que atendéis cada viernes.
Mujeres y hombres: con nombres y apellidos, con historias desagradables y con  necesidad de cercanía, de cariño, de calor humano. A fin de cuentas, hermanos y hermanas, que viven en la calle y tienen derecho a sentirse queridos y amados por sus hermanos, es decir, ustedes, que velan por ellos y comparten la común dignidad humana que, ellos, tenían perdida.
Ya ven lo que da de sí un termo de café, unos calcetines, o una palmadita en el hombro. Para ustedes una insignificancia, para ellos el respeto y el reconocimiento de su dignidad como personas. Ya sabemos, que todo no es de color de rosa, que las dificultades nunca faltan, que los problemas y los conflictos se hacen presentes, que la rutina puede desanimarnos, sin embargo, estas circunstancias no son nada, en comparación con la grandeza de vuestra presencia las noches de los viernes cuando recorréis las calles buscando a esas personas -que ya os están esperando- porque sois el consuelo en la noche, el saludo afectuoso, la sonrisa que les humaniza y que les hace mirarse al espejo reconociéndose como personas. No les falléis, diría más, no os falléis a ustedes mismos en lo que tiene de compromiso y responsabilidad, este sencillo acto que tano humaniza y evangeliza.
Me queda, para terminar, agradeceros en nombre de las personas que visitáis por las noches, por el esfuerzo que realizáis, por la constancia que estáis mostrando, por todos los detalles que vais sembrando, gratuitamente, a lo largo de las noches venturosas en las que os convertís estrellas que iluminan el camino de los que viven en la calle.